Lo de las manchas de aceite o grasa en la ropa puede ser desesperante. En general, son bastante complicadas de eliminar, sobre todo una vez se han secado, ya que, al ser una sustancia insoluble en agua, la “rechaza”, dificultando mucho su limpieza. Al final, muchas veces parece que la solución más sencilla es deshacerse de la prenda, degradarla a una función puramente casera, o recortarla en pedazos para utilizar a modo de trapo. Puestos a ensuciarla, ¿por qué no dedicarla completamente a eso?
Sin embargo, y por suerte, existen maneras de facilitar su limpieza que, si bien seguramente no sean infalibles, pueden suponer la diferencia entre una pérdida completa o un rescate a tiempo. Lo primero y lo más fundamental: cuanto antes se reaccione, mayores serán las probabilidades de eliminar la mancha con éxito.
Ojo, sin embargo, porque aunque pueda parecer contra intuitivo y sea posiblemente la primera reacción, no se debe utilizar agua. Las propiedades del aceite y de la grasa impiden que interactúe con el agua, por lo que, al añadirla, solo se conseguirá empeorar la situación. En su lugar, se debe utilizar papel absorbente, como una servilleta, y ponerlo directamente sobre la mancha para que se impregne de toda la cantidad posible del líquido graso. Es muy importante también no frotar, ya que eso únicamente aumentará la superficie de la mancha.
Los productos que se pueden utilizar para eliminar las manchas de grasa
A continuación, hay una serie de productos que se pueden utilizar. Se recomienda revisar la etiqueta de la prenda para comprobar qué tipos de lavado se pueden emplear, ya que no todos los productos y tratamientos servirán para todos los tejidos.
Para manchas más resecas y persistentes, lo más recomendable es el detergente de lavavajillas o el jabón neutro. También se puede emplear desengrasante o quitamanchas, aplicándolo directamente sobre la salpicadura y dejándolo actuar, siempre siguiendo las instrucciones del fabricante.
Otra alternativa serían los polvos de talco, perfectos para prendas más delicadas como la seda, que se deben dejar actuar durante unos cinco minutos antes de retirarlos con suavidad. También se podría utilizar alcohol, aplicando unas gotas sobre la mancha y dejando que haga lo suyo durante unos minutos, para después poner la ropa a remojo en un cubo o balde con agua y detergente durante unos 10 minutos.
Cómo no, el bicarbonato de sodio, remedio multipropósito, también puede ayudar: se debe aplicar con una cuchara, añadiendo además un poco de detergente líquido, y después aclararse con agua caliente, siempre que la prenda lo permita. También puede ser útil el refresco de cola, ya que, en general, todas las marcas suelen contener ácido fosfórico, un buen aliado para desengrasar superficies y eliminar las manchas difíciles, aunque no es recomendable utilizar este producto en prendas delicadas.
Estos remedios son útiles tanto para ropa blanca como para las prendas de color, aunque serán más útiles para estas últimas, ya que, en general, cualquier mancha es menos llamativa y visible en las telas coloridas.
Si no se tiene acceso a una lavadora o la prenda no permite su uso, la mejor opción serán los polvos de talco, el detergente quitamanchas, o una pastilla de jamón húmeda, que se debe frotar sobre la mancha antes de retirar el producto con una bayeta ligeramente humedecida.
Siguiendo estos consejos, quizás se puedan rescatar esas prendas que se creían perdidas, sean manchas nuevas o no tanto y, como mínimo, las hará menos visibles, ideal si el accidente tiene lugar fuera de casa y no se tiene la posibilidad de cambiarse de ropa.