“Cuando escribí las páginas que siguen, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo en los bosques, a una milla de distancia de cualquier vecino”. Con estas palabras, el escritor Henry David Thoreau comenzaba uno de sus textos más conocidos, Walden, una obra en la que narra dos años de su vida que pasó, a solas, en una cabaña del bosque.
Thoreau plasmó, en las páginas de ese libro, una fantasía habitual entre las personas. La atracción que muchos sienten hacia la idea de una vida aislada, tranquila, en contacto directo con la naturaleza, que tan bien se ha reflejado en obras como Hacia rutas salvajes, novela con una adaptación para el cine muy conocida.
La realidad, sin embargo, es que este tipo de vidas son muy difíciles de conseguir e incluso cuando se alcanza algo similar, nos damos cuenta de que no todo era tan perfecto como habíamos pensado en un primer momento. Una posible decepción que, con todo, no evita que muchas personas se piensen seriamente en aceptar una singular oferta de trabajo en un lugar deshabitado.
Una cafetería en medio de la nada
La isla se llama Great Blasket Island y nadie vive allí desde 1953. Setenta años con el censo vacío que, no obstante, han implicado también una importante masa turística (unos 40.000 turistas al año) con curiosidad por visitar sus playas y parajes naturales declarados como “área de conservación”, conocidos de sobra como un punto de gran interés geográfico en Irlanda.
Ahora, esta isla ha publicado un anuncio en el que se busca a una pareja que tome el control de la cafetería y las cuatro casas de vacaciones que hay construidas, en un trabajo que tendría seis meses de duración (desde el 1 de abril hasta el 1 de octubre). “Buscamos un dúo trabajador, responsable y confiable que tenga gran capacidad de trato con las personas e iniciativa”.
Entre las responsabilidades que se piden, estarían encargarse de los diferentes establecimientos, para lo que se requeriría, insisten en la oferta, un servicio “de gran calidad”. Advierten, además, que no se trata de un “trabajo de vacaciones”, ya que la temporada de mayor afluencia de turistas puede ser muy ajetreada.
A cambio, la isla ofrece un empleo en el que el salario, cuya cantidad exacta no indican, se añadiría a un alojamiento gratuito y a la posibilidad de alimentarse con la comida de la cafetería. Sería allí, en el piso superior del establecimiento, donde la pareja viviría, pudiendo usar también los baños y la cocina del local. “Durante los meses de más actividad (junio, julio y agosto), contamos con uno o dos ayudantes voluntarios que dormirán en el segundo dormitorio del piso superior”, añaden.
Se pide, además, que se domine el inglés con fluidez, y se aclara que, aunque hablar irlandés sea muy valorado, no será un requisito obligatorio. En cuanto a los días libres que permitan conocer el lugar, hay que advertir del mal clima que puede haber en la isla, la cual muchas veces ni siquiera se ve desde las costas de Irlanda (pese a estar bastante cerca) por la densa niebla que la rodea. “Podríamos tener una semana de mal tiempo, por lo que no podríamos navegar a la isla, o bien cuatro semanas de sol. En estos casos, el trabajo puede ser muy intenso”.