Pi, el perro deprimido tras un abandono que ahora viaja por el mundo: “Verlo feliz después de lo que ha pasado no tiene precio”

Su actual dueño quiso conocer al animal después de ver una fotografía suya publicada por el refugio. Tras algunas semanas intentando un acercamiento, Pi confió en él

Guardar
Pi, el perro abandonado por
Pi, el perro abandonado por su familia que fue adoptado por un hombre con el que ahora viaja por el mundo (Montaje Infobae España con imágenes de SPCA of Northern Nevada/Youtube)

Pese a que las mascotas aportan mucho amor y compañía a las familias que toman la decisión de cuidarlos, cada vez son más los perros y gatos abandonados en todo el mundo. Tras un tiempo a su cargo, algunas personas descubren que estos animales necesitan más cuidados de los que creían en un inicio o simplemente se dan cuenta de que ya no pueden encargarse de ellos, por lo que toman la decisión de dejarlos en centros de acogida, perreras o incluso en la calle.

Desde las instituciones públicas se intenta cada año concienciar a la ciudadanía sobre la responsabilidad que supone hacerse cargo de una mascota: no son juguetes, sino que deben ser alimentados, aseados, llevados al veterinario... Por ello, es muy importante tener todo esto en cuenta antes de embarcarse en el cuidado de un animal, para evitar que en un futuro esté desatendido o se vea forzado a abandonar su hogar.

Esto fue lo que le ocurrió a Pi, un perro que había pasado ocho años con su familia y que fue trasladado a una perrera porque sus dueños aseguraron no poder cuidarlo más. En el pasado, Pi había sufrido el ataque de otro perro, lo que le convirtió en un animal temeroso. Ahora tenía que enfrentarse a la realidad de encontrarse en un lugar en el que se veía forzado a convivir con otros perros, lo que, sumado al hecho de que se encontraba lejos de su familia, le provocó una fuerte depresión y un profundo miedo.

Al principio, Pi se negaba
Al principio, Pi se negaba a salir de su habitación (SPCA of Northern Nevada/Youtube)

Sin embargo, los cuidados de la SPCA del norte de Nevada se afanaron en que poco a poco Pi recuperase la confianza a través de un programa de capacitación para mascotas vulnerables con traumas profundos. Poco a poco el animal empezó a interactuar con las personas del centro, a explorar espacios al aire libre y a sentirse cómodo en su hogar temporal. “Movía la cola de emoción al ver caras conocidas, salía a caminar con entusiasmo, jugaba alegremente al aire libre e incluso aprendía trucos nuevos”, escribe la SPCA en su página web, donde han compartido la historia de Pi.

Pero al perro se le presentó un nuevo reto: comenzaron unas obras de construcción cerca del refugio, por lo que los ruidos fuertes hicieron que Pi volviese a mostrarse temeroso, sin querer salir de su habitación.

Un nuevo hogar para Pi

El centro de acogida del norte de Nevada publica a través de su página web imágenes de los perros y gatos que necesitan un nuevo hogar, alentando a las personas a adoptarlos y darles una segunda oportunidad. Fue así como John Chmiola conoció a Pi: había perdido hacía poco a Bear, una mascota con la que había pasado muchos años de su vida, por lo que encontró en Pi la posibilidad de tener un nuevo compañero.

El comienzo no fue fácil: John intentó acercase al perro, pero este, todavía temeroso, le mordió. Sin embargo, el hombre no se dio por vencido y se acercaba todos los días al centro, le llevaba golosinas a Pi y le dejaba objetos personales con su olor, para que poco a poco se fuese acostumbrando. Le dio al perro la posibilidad de marcar su propio ritmo y, finalmente, con paciencia, Pi le permitió a John acercarse a él y darle un primer gesto de cariño.

Poco a poco, Pi fue
Poco a poco, Pi fue recuperando la confianza y salía a pasear al aire libre (SPCA of Northern Nevada/Youtube)

Así comenzó la nueva vida del animal, tras 245 días de espera en el refugio: John adoptó a Pi y desde entonces se han convertido en una pareja inseparable, embarcándose en una aventura que les ha llevado ya a explorar juntos 32 estados americanos en un viaje en caravana. “Cada momento con él es especial. Verlo feliz y en paz después de todo lo que ha pasado es una experiencia que no tiene precio”, afirma John.

Tras el duro golpe que Pi había sufrido y tantas semanas encerrado en su habitación negándose a salir, el animal corre ahora por las praderas y las montañas que visita junto a su nuevo dueño. La vida les ha dado una segunda oportunidad a ambos, convirtiéndoles en amigos inseparables.

Más de 286.000 perros y gatos abandonados en España al año: estos son los motivos más comunes.
Guardar