La muerte de Maegan O’Mahoney ha conmocionado a toda su familia: la mujer, de tan solo 30 años, falleció el pasado 16 de diciembre y los médicos todavía no entienden muy bien por qué. “Ninguno de nosotros puede creer que esto haya sucedido”, ha contado su hermanastra, Sammy Jayne Terry, en la plataforma GoFundMe.
Según ha explicado en la recaudación de fondos para el funeral. O’Mahoney acudió el pasado viernes 13 de diciembre al hospital Bradford Royal Infirmary (BRI), después de llamar al número de emergencias británico (999) porque no se sentía bien. En la ambulancia, los sanitarios descubrieron que sus niveles de azucar en sangre eran peligrosamente bajos, motivo por el que se quedó ingresada en el centro médico.
Tras una noche hospitalizada, los médicos informaron a ella y a su familia que su estado era médicamente apto para el alta, pero la mujer se negaba a irse. Los familiares de Maegan intentaron contactar con ella para saber qué estaba ocurriendo, “pero nunca respondió al teléfono”, expresa Terry. “Dos horas después, nos enteramos de que había sido ingresada en la Unidad de Cuidados Especiales y que le estaban administrando glucosa por vía intravenosa”, añade.
Una muerte repentina: “Debía haber tenido toda su vida por delante”
Según relata Terry, el centro hospitalario apenas les facilitó información durante la jornada del sábado. “Cuando llamábamos, nos decían con frecuencia que estaba durmiendo”, dice. Sin embargo, O’Mahoney se debatía constantemente entre la consciencia y la inconsciencia, sin ser tomada en serio por los médicos, afirma Terry.
“Cuando llamamos el domingo por la mañana, nos dijeron que le habían sacado más sangre porque sus niveles de glucosa estaban descontrolados. Una hora después, el padre de Maegan recibió una llamada telefónica en la que se le pidió que fuera urgentemente al hospital porque ella estaba muy mal. Luego fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)“, explica la hermanastra.
En ese momento, toda la familia se puso en marcha. Su pareja, Brandon, fue directamente al hospital, mientras que el padre y la madrastra de Maegan comenzaron un viaje de 480 kilómetros hacia Bradford para intentar llegar a su hija. “Todos estábamos muy confundidos porque, hasta ese momento, solo nos habían dicho que estaba durmiendo cada vez que llamábamos, y Brandon habría ido al hospital inmediatamente si nos hubieran informado sobre lo que estaba pasando”, cuenta Terry.
Tras numerosas llamadas telefónicas, el personal de la UCI les informó de que los órganos de Maegan estaban fallando y no lograban entender por qué. La mujer fue inducida al coma y “conectada a muchas máquinas y líneas de medicamentos, más que en cualquier otro caso en el que hubieran trabajado, según nos dijo la enfermera jefa”, cuenta Terry. Lamentablemente, los esfuerzos de los sanitarios fueron en vano y Maegan falleció durante la madrugada del lunes 16 de diciembre, después de varios intentos de resucitarla.
La mujer deja a su pareja, Brandon, y a dos hijos, Charlie y Rosie, de 6 y 4 años de edad. “Maegan adoraba a sus hijos y temía tener que dejarlos algún día. Pero ellos no están solos, tienen un padre amoroso, abuelos y muchos otros que los amarán y apoyarán”, dice Terry.
La hermanastra ha comenzado una recaudación de fondos en GoFundMe para poder costear el funeral de Maegan, así como apoyar a Brandon y los niños económicamente en los próximos años. “Maegan acababa de cumplir 30 años; debía haber tenido toda su vida por delante”, lamenta Terry. “Maegan O’Mahoney, te has ido pero nunca serás olvidada, y tu corazón vivirá en tus dos hermosos hijos. Descansa en paz”, se despide.