Las tradiciones y las costumbres se heredan y a veces pasan de generación en generación, repitiéndose durante décadas o incluso siglos. Sin embargo, los tiempos cambian y con ello la sociedad. Es por eso que los más jóvenes cambian de hábitos y en ocasiones dejan de lado el legado histórico de acciones que antes se veían con una cara, pero que ahora se interpretan con otra. Además, los contextos actuales con la situación económica y las nuevas corrientes de pensamiento influyen en seguir con esa estirpe de acciones que datan de años y años atrás. Uno de estos casos donde se está dejando de lado una común tradición se encuentra en el país vecino, Francia.
En el país galo, se ha comenzado a dejar de lado una de las costumbres que los ahora mayores y personas de mediana edad comienzan a ver como algo novedoso, y no compartido. Esto se debe a que es una práctica que va a menos. “Es una tradición que se está perdiendo”, lamenta Slavica Nikolic, administradora de dos edificios, en el medio francés de Le Figaro.
Esta es la costumbre que se está perdiendo
En tiempos atrás, en Francia se divulgaba la tradición que unía generosidad con carteros, conserjes y otros empleados. De esa forma, la costumbre típica francesa pasaba por reconocer el esfuerzo de los trabajadores con la entrega de pequeños detalles en forma de regalos o una cierta cantidad de dinero en concepto de Año Nuevo. Sin embargo, las familias francesas parecen estar menos dispuestas a dar dinero en las vacaciones de Navidad. No obstante, Damien —trabajador de jardinería, bricolaje o cocina— dice “no esperar a nada cambio por el trabajo que realiza”. Aunque, por otro lado, afirma que “lo que le gusta son los intercambios con las familias”.
En lo que a causas se refiere, podría ser un indicativo del aumento de los precios, fruto de la inflación que se sufre a nivel mundial. Este hecho hace que se tambaleen las situaciones financieras de las familias que ven como su capacidad de adquisición se reduce. De esa forma, las consecuencias se hacen notar en las tradiciones, especialmente en la ya descrita: hay un impacto directo en la generosidad. A pesar de ello, es cierto que esta costumbre ya iba perdiendo fuerza de por sí conforme las nuevas generaciones van creciendo, por lo que el contexto económico no tiene todo el peso.
Sin embargo, todavía hay esperanzas de salvaguardar esta práctica. Según reflejan las palabras de Germain Duchanaud, asistente de conserjería del Gran Hotel de Palais-Royal, los más generosos son las personas mayores, pero también las familias con niños pequeños. Incluso se podría mantener, pero con una evolución: nueva forma de regalar y tener detalles. En la actualidad, la tradición sigue vigente con detalles más allá de lo económico directo. En ese sentido, las familias tienen detalles ligados a otras cosas, como pueden ser boletos para Disney u otros similares, como recoge el medio en el caso de Prescilla, su pareja e hijos.