Este es el animal que tiene el cerebro más grande del mundo en relación con el tamaño de su cuerpo: pesa hasta 50 toneladas

Un mamífero marino es la especie con el órgano de mayor dimensión, ya que cuenta con una enorme cabeza, que representa aproximadamente el 36% de toda su masa corporal

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Seis curiosidades del animal terrestre más grande del mundo: tiene una esperanza de vida de hasta 70 años.

El mundo animal está repleto de curiosidades que pasan desapercibidas para una inmensa mayoría de personas. Una de las cuestiones que, probablemente, sean más desconocidas para muchos alude al cerebro y a la enorme diferencia que existe entre el tamaño de este en los seres humanos y en las especies que habitan en la naturaleza. Y es que, mientras que en los segundos pueden llegar a pesar 9 kilogramos, en los primeros ronda los 1.350 gramos, en el caso de los hombres, y los 1.250 gramos en las mujeres.

En España, es habitual escuchar expresiones como “descerebrado”, “cerebro de mosquito”, “cerebro de pájaro” o “memoria de elefante”. Esto es prueba de que los animales también cuentan con uno de los órganos más complejos y fascinantes conocidos y estudiados por la ciencia. Pero, en los animales, estos despiertan aún más interés ya que, entre las distintas especies, difieren en el tamaño total, pero también en su tamaño si se compara con su masa corporal y las dimensiones de su cuerpo.

Es por ello que surge la pregunta de cuál es el animal que tiene el cerebro más grande en relación con el tamaño de su cuerpo. Y lo cierto es que se trata del cachalote, de acuerdo con una investigación publicada en la revista Live Science. Tal y como se señala en el estudio, este órgano pesa una media de ocho kilos, a pesar de que su masa corporal es de unas 40 toneladas, por lo que hay una relación consistente.

Un mamífero marino, el animal con el cerebro más grande

El cachalote es el animal
El cachalote es el animal con el cerebro más grande del mundo en relación con el tamaño de su cuerpo. (Robert Marc Lehmann/Greenpeace Germany)

El cachalote es un mamífero marino que ha despertado fascinación desde la antigüedad. Sin embargo, los siglos XVIII, XIX y gran parte del XX marcaron una etapa oscura para esta especie, cuando su caza intensiva puso en peligro su supervivencia. La explotación del espermaceti, el aceite y la carne extraídos de estos animales, fue generalizada debido a su uso en lubricantes, productos cosméticos y alimentación, lo que llevó a la captura de miles de ejemplares cada año.

Las prácticas de caza redujeron la población global de cachalotes en un 40% respecto a su número original. No fue hasta 1985, con la prohibición internacional de su caza, que comenzó una lenta recuperación. Actualmente, se estima que hay aproximadamente 770.000 cachalotes en los océanos del mundo.

Los machos de esta especie pueden alcanzar los 24 metros de longitud y pesar hasta 50 toneladas, mientras que las hembras suelen medir entre 11 y 14 metros y pesan alrededor de 25 toneladas. Una de las características más llamativas de los cachalotes es su enorme cabeza, que representa aproximadamente el 36% de su cuerpo y puede ser comparable en tamaño a un gran coche. Esta estructura alberga el cerebro más grande del reino animal, con un peso estimado de entre 7 y 9 kilogramos.

¿Tener un cerebro grande significa ser más inteligente?

La enorme cabeza de los
La enorme cabeza de los cachalotes representa aproximadamente el 36% de su cuerpo. (Amanda Cotton/Europa Press)

El tamaño del cerebro en los animales suele estar relacionado con tres factores principales: la inversión materna, la complejidad del comportamiento y el tamaño corporal. Un cuerpo más grande requiere un cerebro capaz de gestionar sus funciones, especialmente en especies depredadoras que, además de su tamaño, deben desarrollar comportamientos sofisticados para cazar y evadir a sus presas. Sin embargo, el tamaño cerebral no siempre es un indicador directo de inteligencia.

Por ejemplo, el cerebro de un elefante africano pesa cerca de cuatro kilogramos, siendo tres veces más grande que el de los humanos. Esta diferencia se debe, en gran medida, al tamaño de su cerebelo, una región del cerebro encargada de coordinar movimientos musculares, esenciales para manejar su trompa y orejas. Aunque parezca significativo, el tamaño absoluto del cerebro no basta para predecir la inteligencia de un animal.

De manera similar, comparar la proporción entre masa cerebral y corporal puede llevar a conclusiones erróneas. Un estudio de 2014 señala que humanos y roedores tienen proporciones cerebrales similares, pero si una rata tuviera el tamaño de un ser humano, no alcanzaría su nivel de inteligencia. Esto se debe a su menor tamaño relativo de la corteza cerebral, la región asociada con las funciones cognitivas más complejas, y a una menor densidad neuronal.

La regla de Haller: cuanto más grande es el animal, menor será la proporción cerebro-cuerpo

En la actualidad, se calcula
En la actualidad, se calcula que hay aproximadamente 770.000 cachalotes en los océanos del mundo. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Comparar los cerebros de distintas especies requiere considerar no solo su tamaño, sino también su composición y las conexiones neuronales que albergan. La proporción cerebro-masa corporal no refleja por completo la evolución de la corteza cerebral ni la densidad de sus conexiones neuronales. Para obtener una medida más precisa de la inteligencia animal, los científicos recurren al cociente de encefalización. Este índice compara el tamaño del cerebro de una especie con el tamaño esperado para animales de proporciones corporales similares.

Otro concepto relevante es la regla de Haller, que establece que los animales más grandes tienen una menor proporción cerebro-cuerpo, ya que el tamaño del cerebro no escala de forma proporcional al del cuerpo. En cambio, animales pequeños suelen tener cerebros relativamente más grandes en comparación con su masa corporal.

Un ejemplo ilustrativo son las hormigas, cuyo cerebro es relativamente pequeño frente al de otros himenópteros, como abejas o avispas. Este hecho podría estar relacionado con su incapacidad de volar, una actividad que requiere un procesamiento visual avanzado. Insectos voladores, como las libélulas, poseen lóbulos ópticos de gran tamaño debido a la importancia de la visión en su movilidad. En especies como la libélula, más de la mitad del cerebro está dedicado a procesar información visual, lo que refleja cómo las adaptaciones evolutivas moldean las capacidades cerebrales según las necesidades específicas de cada especie.

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