Una mujer de 68 años soñaba con realizar un viaje de lujo abordo de un crucero por el que recorrer buena parte del globo terráqueo. Ante el fuerte desembolso requerido, tomó la decisión de empeñar todas sus pertenencias con el objetivo de recaudar la máxima cantidad posible. Tras la venta de todos sus bienes, obtuvo unos 300.000 euros para poder afrontar ese deseo que la perseguía desde hace tiempo: una travesía de lujo por el océano. Sin embargo, ese anhelo se vio truncado por su comportamiento hacia la tripulación y los demás pasajeros del navío. Sus quejas a través de un grupo de WhatsApp terminaron por ser decisivas a la hora de la empresa a cargo de la embarcación decidir no dejarla formar parte de la expedición.
Esta es la historia de Jenny Phenix, una estadounidense de 68 años que puso fin a su antigua vida para adentrarse en esa fallida aventura acuática. Para ello, liquidó todos sus negocios y se desprendió de todas sus posesiones. De hecho, estuvo viviendo con tan solo una maleta desde finales del año 2023, como recogen medios ingleses como Telegraph y Mirror.
El WhatsApp, su mayor enemigo
Tras haberse desprendido de todo aquello material que la rodeaba y estaba asociado a su nombre, la mujer decidió invertir parte de esos 300.000 euros en un lujoso crucero, al que finalmente no ha podido subirse. Por esa denegación, la americana ha elevado una denuncia en la que dice que “por quejarse de los continuos retrasos por un grupo de WhatsApp” le han prohibido viajar en la expedición inaugural de tres años.
En uno de los grupos de la aplicación de mensajería, la de Florida se quejó por un retraso de varios meses en la salida del crucero. Este hecho, impediría que el barco pudiera atracar en Miami, lugar donde ella quería bajar a recoger algunas pertenencias. Además, también tuvo tiempo de lanzar ataques sobre la remodelación del barco y su camarote. Esos mensajes llegaron a la tripulación y, consecuentemente, a los propietarios del navío. De esa forma, los mismos decidieron ponerse en contacto con la mujer para informarla de que su comportamiento “afectaba a la comunidad”. Tras “más de una docena de quejas de residentes y su negatividad y constantes descontentos”, la compañía canceló el contrato vinculante.
Malestar con la decisión y el trato sufrido por la embarcación
Lejos de mantenerse alejada de más polémicas, Phenix decidió alzar la voz en diversos medios ingleses ante su malestar con lo sucedido. Ella recalca de forma recurrente que en ningún momento realizó comentario ofensivo alguno contra nadie, además de no haber publicado comentarios en las redes sociales al respecto. Incluso, menciona que se trataban de conversaciones privadas que no deberían haber salido del entorno del grupo de mensajería.
Tras haberse desplazado mediante un vuelo a la zona de salida, la mujer tuvo que darse media vuelta al serle denegado su embarque fruto de sus quejas incesantes ante los retrasos sufridos. Ahora, la compañía ya le ha reembolsado parte de la cuantía de la expedición, pero eso no ha supuesto ningún alivio para ella. “Devastación moral y física”, dice sentir actualmente Phenix, que tendrá que encontrar alternativa a su nuevo estilo de vida.