La reducción de la jornada laboral ha sido uno de los temas políticos más discutidos en este 2024: con el objetivo de mejorar la concentración y la motivación en el trabajo, así como reducir tareas no esenciales y gestionar mejor el tiempo, en España se plantea desde hace meses la implementación de las 37,5 horas de empleo semanales.
El pasado viernes 20 de diciembre, la ministra de Trabajo y Economía Social y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, firmó un acuerdo con los secretarios generales de Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT) para llevar a cabo esta medida en 2025. Ya en otros países europeos, la organización del trabajo se dirige a la mejora del bienestar personal y la conciliación con la vida social y familiar, por lo que está comenzando a apostarse por las jornadas laborales de cuatro días.
Esta medida requiere de una gran planificación por parte de la empresa, ya que supone reorganizar las tareas, priorizar las más importantes y proyectar a largo plazo cómo estos cambios tan significativos pueden afectar al futuro de la compañía. Es por esta razón por la que, si no se cuenta con un plan detallado, la jornada de cuatro días puede suponer graves pérdidas para la empresa o incluso el cierre. Sin embargo, existen múltiples ejemplos que demuestran que no es únicamente un cambio viable, sino que también beneficia en gran medida a los empleados y a la propia empresa.
“No todo fue color de rosa”
Indya Pereira trabajó durante un tiempo como gerente de Personas y Cultura de la empresa francesa Lalilo, especializada en la enseñanza de la lectura y el francés. A la compañía se le presentó la oportunidad de implementar la jornada laboral de cuatro días a finales del año 2021, por lo que se decidió consultar a los empleados sobre esta decisión: “La cultura de esta empresa se basa en el pilar del autogobierno: los empleados tienen una gran responsabilidad en la toma de decisiones, incluida la determinación de su propio salario. Este plan solo puede funcionar en un clima de confianza, benevolencia y transparencia”, explica Pereira a través de la plataforma Hello Work.
La decisión de los trabajadores fue clara: un 97 % estaban a favor de realizar un experimento en la empresa. De esta manera, la compañía Lalilo se puso manos a la obra: continuarían abriendo cinco días semanales, pero implementando una rotación de equipos, pudiendo los empleados elegir qué día de la semana podían librar, los miércoles o los viernes. Para que la medida saliese adelante con éxito, fue necesario reorganizar el tiempo de trabajo. Limitaron, desplazaron, abreviaron y eliminaron las reuniones que no eran estrictamente necesarios: “de hecho, la mayoría de las reuniones de una hora se redujeron a 30 minutos y desarrollamos una comunicación asincrónica”.
Durante los primeros meses fue fundamental evaluar de qué manera afectaba esta nueva organización a los trabajadores. Por tanto, les interrogaron de forma periódica sobre su nivel de estrés, la comunicación con sus compañeros, el equilibrio entre la vida profesional y personal y la carga de trabajo. Al principio se convirtió en un experimento de prueba-error: cuando algo fallaba, debían mejorar la transmisión de la información, pedir a otro equipo que apoyase a un empleado... “Hemos ido mejorando poco a poco, no todo fue color de rosa, pero terminamos encontrando soluciones”.
El resultado de la empresa
Tras implementar la jornada laboral de cuatro días, Pereira comprobó que la productividad se había mantenido o incluso mejorado, algo que parecía difícil en un inicio. Además, asegura que “se ha recuperado la motivación de los empleados y también su energía. Los equipos ahora están más sanos y descansados. Y hemos ampliado nuestra captación a nuevos perfiles interesados en este ritmo de trabajo, especialmente padres”.
El experimento de la empresa Lalilo es un ejemplo de que la implementación de la jornada de cuatro días es posible si se cuenta con una planificación adecuada y la posibilidad de solventar problemas que irán surgiendo mientras la compañía se adapta a la nueva organización. Además, la productividad se mantiene porque permite un mayor equilibrio profesional/personal de los trabajadores, permitiéndoles estar más descansados y motivados en su puesto laboral.