Hay quienes tachan los días del calendario mientras cuentan los que les quedan para llegar a la ansiada jubilación: tras una vida dedicada al trabajo, uno de los mayores sueños de las personas es poner fin a las jornadas laborales y llegar al merecido descanso. Sin embargo, otros trabajadores, enamorados de su trabajo, se niegan a abandonar su puesto y prefieren continuar en el empleo algunos años más. Son aquellos que se sienten realizados, aquellos a los que el trabajo les mantiene activos o a los que les apasiona lo que hacen. Por esta razón, llegada la edad a la que podrían jubilarse, hacen todo lo posible para mantenerse en el puesto.
Esta es la situación de Pasquale, un funcionario público italiano que en marzo de 2025 habrá cumplido los requisitos para percibir la pensión por jubilación, tras 42 años y 10 meses de servicio. Sin embargo, el empleado público, que reside en Nápoles, aún no percibe que haya llegado el momento de dejar de trabajar: “No lo hago por dinero, me siento activo”.
Viudo y con una hija ya adulta, Pasquale encuentra en su empleo una forma de distracción e incluso una pasión, pese a que, según indica él mismo al medio La Repubblica, sus tareas no resultan demasiado emocionantes: “Me ocupo del cobro de deudas y tengo relación con empresas y asesorías laborales. Puede parecer aburrido, pero sé que estoy brindando un servicio a la comunidad”.
Por esta razón, pese a que sus compañeros de trabajo ya le preguntan qué regalo desea para su jubilación, Pasquale solo quiere continuar trabajando, entusiasmado con la posibilidad de prolongar la vida laboral hasta los 70 años, una medida que ha puesto en marcha el Gobierno italiano. Sin embargo, aún debe esperar para conocer si finalmente podrá hacerlo: “Me dijeron que elegirán ciertos perfiles. Harán un reglamento, esperemos que podamos gestionarlo, ya que nací en el primer trimestre. No me gustaría que me condenaran a irme en unos meses”.
“Déjame trabajar, por favor”
Uno de los debates más activos en la actualidad con respecto al tema de la jubilación es la idea de que, retrasando la edad del fin de la vida laboral, se dificulta a los jóvenes acceder a puestos de trabajo. Sobre esta cuestión se ha pronunciado el propio Pasquale, que no considera que esto sea realmente así: “No es cierto que a uno lo contraten tan fácilmente en la administración pública. Y luego, los jóvenes prefieren el sector privado porque un titulado entra como funcionario con 1.700 euros al mes, pero si va a una empresa gana más”. De esta manera, argumenta que un aspecto fundamental que los más jóvenes tienen en cuenta a la hora de buscar un empleo es el salario, que suele ser mayor en las empresas privadas que en la administración pública.
Esta cuestión debe tenerse en cuenta, especialmente dependiendo de la zona de Italia en la que se resida: por ejemplo, en Milán, el coste de vida es mucho más elevado, por lo que los bajos salarios pueden poner en dificultades económicas a los contratados allí.
Con respecto a la posibilidad de continuar trabajando, que es el deseo de Pasquale ahora mismo, el empleado público está dispuesto a luchar para conseguirlo. De hecho, bromeó con los periodistas de La Reppublica sobre lo que haría para alcanzar lo que quiere: “Estoy dispuesto a escribirle al Presidente de la República: ‘Déjame trabajar, por favor’. Llamé al patronato y en broma pregunté: ‘¿Tengo que recibir una recomendación para quedarme?’. Pasquale sabe que su caso es poco frecuente entre la gente de su edad, pero él ha encontrado en su trabajo una ilusión: “Y pensar que hay quien hace todo lo posible para jubilarse... En la vida nunca eres feliz”.