La etiqueta ambiental de la Dirección General de Tráfico (DGT) se ha convertido en un elemento indispensable para circular en muchas ciudades españolas, especialmente en aquellas que cuentan con zonas de bajas emisiones. Este distintivo, que clasifica a los vehículos según su nivel de emisiones contaminantes, es obligatorio para acceder a ciertas áreas y cumplir con las normativas ambientales vigentes y, aunque puede gestionarse de manera sencilla por internet, no es gratuita y requiere seguir un procedimiento específico.
El primer paso para obtener la etiqueta es verificar si el vehículo cumple con los requisitos necesarios. Esto puede consultarse fácilmente en la página oficial de la DGT, introduciendo la matrícula. La clasificación ambiental determinará si el coche puede acceder a una de las cuatro categorías disponibles: Cero emisiones, ECO, C o B, dependiendo de su nivel de contaminación.
El trámite en línea se realiza a través de plataformas autorizadas como la web de Correos, que permite solicitar el distintivo por un coste aproximado de 5 euros, más los gastos de envío. Además, las etiquetas pueden adquirirse de forma presencial en oficinas de Correos, talleres autorizados y concesionarios. Es importante tener preparada la documentación necesaria, como los datos del vehículo, la matrícula y, en algunos casos, una copia del permiso de circulación.
Una vez completada la solicitud y realizado el pago, la etiqueta será enviada al domicilio indicado o estará disponible para recogerla en el punto de gestión seleccionado. Es crucial asegurarse de que el distintivo se coloque en el parabrisas del vehículo de manera visible, ya que su ausencia podría derivar en sanciones económicas en las zonas donde es obligatorio.
La etiqueta ambiental de la DGT
El sistema de etiquetas ambientales se implementó como parte del Plan Nacional de Calidad del Aire y Protección de la Atmósfera, conocido como Plan Aire. Este programa busca reducir las emisiones de gases contaminantes provenientes del tráfico rodado, promoviendo el uso de vehículos menos contaminantes y restringiendo la circulación de aquellos que más afectan al medio ambiente. Las etiquetas se dividen en cuatro categorías principales, cada una representada por un color y una denominación específica, que determinan las ventajas y limitaciones para cada tipo de vehículo.
- Etiqueta Cero Emisiones (azul): Está reservada para los vehículos más sostenibles, como los eléctricos puros, los híbridos enchufables con más de 40 kilómetros de autonomía eléctrica y los vehículos de pila de combustible de hidrógeno. Los coches con esta etiqueta gozan de los mayores beneficios, incluyendo la exención de restricciones en zonas de bajas emisiones, aparcamiento gratuito en algunas áreas y ventajas fiscales.
- Etiqueta ECO (verde y azul): Incluye a los vehículos híbridos, híbridos enchufables con menor autonomía eléctrica (menos de 40 kilómetros), y los vehículos propulsados por gas natural o gas licuado de petróleo (GLP). Estos automóviles presentan un nivel de emisiones intermedio y, aunque no tienen tantos privilegios como los de categoría Cero, sí disfrutan de ciertas ventajas, como descuentos en peajes o acceso a zonas restringidas.
- Etiqueta C (verde): Esta categoría agrupa a los vehículos de gasolina matriculados a partir de 2006 y los diésel matriculados desde 2014, que cumplen con las normativas de emisiones Euro 4, 5 o 6. Aunque son considerados más contaminantes que los anteriores, estos vehículos tienen menor impacto ambiental que los más antiguos y pueden circular en muchas áreas restringidas, aunque con ciertas limitaciones.
- Etiqueta B (amarilla): Incluye a los vehículos de gasolina matriculados entre 2000 y 2005 y los diésel matriculados entre 2006 y 2013, que cumplen con las normativas Euro 3, 4 y 5. Aunque estos vehículos son más contaminantes, se les permite circular en la mayoría de las áreas, pero con restricciones más severas en zonas urbanas de bajas emisiones.
La etiqueta ambiental debe colocarse en el parabrisas del vehículo de manera visible, ya que su uso es obligatorio en muchas ciudades españolas que han establecido zonas de bajas emisiones, como Madrid y Barcelona. Estas zonas restringen el acceso de los vehículos más contaminantes, priorizando aquellos con etiquetas Cero y ECO.