La lotería ha sido, a lo largo de los años, un fenómeno que despierta tanto esperanza como escepticismo. Cada décimo o cupón contiene un sueño diminuto, una posibilidad de transformar vidas en un instante. Para muchos, jugar a la lotería representa la oportunidad de desprenderse de las dificultades económicas, de alcanzar una vida mejor o de hacer realidad proyectos que parecían inalcanzables.
Aunque cualquier persona desearía ser millonaria, hay quienes lo consiguen gracias a la lotería y, luego, se ven abrumados por la cantidad de dinero que poseen, sin saber qué hacer con ello. Una vez que solucionan, con el dinero, los problemas o deudas que han adquirido a lo largo de su vida, muchos ganadores de lotería deciden que lo mejor que pueden hacer es destinarlo a causas benéficas, científicas o donarlo a quienes más lo necesitan.
Al día siguiente no fue a trabajar
El caso de este matrimonio británico se asemeja bastante a lo que suelen hacer las personas afortunadas en la lotería: dejar de trabajar. Hace 24 años, Ray Wragg y su esposa Barbara -quien falleció de sepsis en 2018 a los 77 años- descubrieron que habían ganado más de 9 millones de euros, tras jugar a la Lotería Nacional.
A diferencia de la actitud que adoptarían muchas personas, ellos reaccionaron con tranquilidad; Ray abrió una lata de cerveza Guinness, mientras que Barbara se tomó una copa de vino para, posteriormente, llamar a sus hijos y comunicarles la exitosa noticia. Además, Ray, aficionado del equipo de fútbol Sheffield United, anunció a su antiguo jefe que al día siguiente no iría a trabajar, comenzando así con su jubilación.
Los primeros gastos que el matrimonio británico hizo con su premio fueron la adquisición de un Range Rover valorado en 62.000 euros y la compra de un par de tickets para un crucero por el Caribe -a la mujer le daba miedo volar en avión-.
Etapa de filantropía
En aquellas vacaciones, Ray y Barbara reflexionaron sobre la victoria y el dinero ganado, llegando a la conclusión de que “era demasiado y no lo necesitamos”. Por tanto, decidieron destinar más del 70% de sus ganancias, es decir, cerca de 6,6 millones de euros, que fueron distribuidos a familiares, amigos y 17 organizaciones benéficas distintas.
La atención médica fue uno de los principales destinatarios de aquella suma de dinero. El matrimonio compró 30 televisores para que cada niño ingresado en el Hospital Weston Park -centro donde trataron el sarcoma de Ewing de su hija- pudiera distraerse y disfrutar de programas infantiles en la cama. También, pagaron un escáner de vejiga en el Hospital Sheffield Hallamshire.
Barbara recordó, en una entrevista con la BBC, su visita a la clínica de radiología de la mama del Hospital Royal Hallamshire, donde vio un bote para introducir donaciones y le trasladó al personal sanitario su deseo de escribir un cheque. “Me preguntó cuánto quería donar y le dije ‘6.000 euros’. El doctor me contestó que eso mantendría a sus jóvenes muchachos en investigación durante un año”, indicó Barbara.
Todas estas actitudes filantrópicas sirvieron a la pareja como motivo de invitación al Palacio de Buckingham y a los premios Pride of Britain de The Mirror.