Las razones de la construcción de Stonehenge, el icónico monumento megalítico situado en Inglaterra, han sido un misterio durante siglos. La estructura, que fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en los años 80, ha sido protagonista de múltiples teorías (algunas de ellas involucrando incluso a seres alienígenas de otro planeta) y los expertos han señalado varias causas probables por las que Stonehenge pudo haberse comenzado a erigir hace ya 5.000 años.
En Inglaterra, Escocia y Gales existen otras construcciones megalíticas como Stonehenge, lo que los investigadores han señalado como un indicio de que estas estructuras pudiesen haber tenido un uso ceremonial y religioso: la disposición alineada con los solsticios de verano e invierno sugieren que pudo emplearse para la observación astronómica, como calendario y para rituales estacionales en los que se realizarían ceremonias vinculadas con el Sol y la Luna. Además, la revelación de la existencia de restos humanos en los alrededores de Stonehenge también ha llevado a los arqueólogos a considerar la construcción como un lugar de enterramiento o de culto a los ancestros.
Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Archaeology Internacional señala que el monumento megalítico podría haber tenido otra finalidad y que, además, dicho descubrimiento cambiaría en cierta medida el conocimiento que tenemos de las antiguas civilizaciones del territorio.
Un símbolo de unidad y conexión
El conjunto monumental de Stonehenge está situado en la llanura de Salisbury Plain, en el condado de Wiltshire, pero los enormes bloques de piedra que lo conforman provienen de mucho más lejos: los hallazgos recientes destacan que la piedra del altar gigante, que pesa más de 6 toneladas, fue transportada desde el extremo norte de Escocia, lo que supone que fue movida más de 700 kilómetros. Además, las piedras azules que forman el monumento proceden de Gales.
El gran viaje que tuvo que realizarse para llevar estos enormes bloques de piedra desde su ubicación original hasta Salisbury, lo que probablemente duró unos 8 meses, sugiere que este proceso fue un gran proyecto que unió a las personas de las antiguas civilizaciones, pues participarían cientos o miles desde diversas regiones. “Los viajes por tierra habrían proporcionado oportunidades mucho mejores de espectáculo, boato, banquetes y celebraciones que habrían atraído a miles de personas para presenciar y participar en esta extraordinaria aventura”, señalan los investigadores.
Por tanto, el monumento sirvió para unificar a los distintos pueblos antiguos de Gran Bretaña, lo que modifica el conocimiento que tenemos de estas sociedades: pese a la distancia que separaba a muchas de ellas, probablemente estaban más conectadas de lo que se pensaba con anterioridad, siendo Stonehenge un claro ejemplo de comunidad y unión de estas. Además, pese a que existen más de 900 círculos de piedra similares en todo el país, lo que indica que era una construcción con un gran significado para estos pueblos, la estructura de Salisbury tuvo una importancia mayor debido a la magnitud de sus rocas y la necesidad de ser transportadas por una gran multitud.
“El hecho de que todas sus piedras procedieran de regiones distantes, lo que lo hace único entre más de 900 círculos de piedras en Gran Bretaña, sugiere que el círculo de piedras puede haber tenido un propósito tanto político como religioso: como monumento de unificación para los pueblos de Gran Bretaña, celebrando sus vínculos eternos con sus antepasados y el cosmos”, explicó en un comunicado de prensa Mike Parker Pearson, el autor principal del reciente estudio. De esta manera, Stonehenge fue un lugar de culto para los antiguos británicos, pero también se convirtió en un símbolo de unidad y cohesión porque permitió a las diversas comunidades del territorio fortalecer sus lazos sociales y culturales.