Después de tres años viviendo en una caravana, Bernard Martin-Mourey, un hombre de 73 años, finalmente disfruta de la calidez de un hogar en Chalais, una localidad en la región de Dordoña, en Francia, después de verse en la calle tras haber sido estafado por un constructor.
De acuerdo a una información de France 3 Nouvelle-Aquitaine, este desenlace llega tras un largo periodo de dificultades que comenzó en 2021, cuando Bernard decidió invertir en una tiny house —casa contenedor— para instalarse en el terreno que había adquirido, un lugar que consideraba su “rincón de ensueño”.
Sin embargo, lo que prometía ser el inicio de una nueva etapa se convirtió en una pesadilla cuando el constructor desapareció tras recibir un anticipo de 34.000 euros que estaba destinado a pagar las estructuras, la madera estructural y el revestimiento, así como el suelo de su futura casa.
Sin casa ni posibilidad de recuperar su dinero, la situación dejó a Bernard en un estado de incertidumbre total, sin una solución inmediata a la vista. Durante años, tuvo que adaptarse a vivir en una caravana, mientras sus pertenencias permanecían almacenadas en cajas. “Recuperar mis objetos después de tanto tiempo es como reencontrarme con una parte de mí mismo”, expresó Bernard al medio, lo que reflejaba la importancia emocional de volver a tener un espacio propio.
20.000 euros recaudados y un nuevo hogar
Esta triste historia dio un giro inesperado gracias a la solidaridad de los habitantes de Chalais. Según detalló France 3 Nouvelle-Aquitaine, un grupo de aproximadamente quince personas, entre ellas amigos, vecinos y personas anónimas, decidió unirse para ayudar a Bernard a superar esta difícil situación. Con este objetivo, crearon la asociación ‘Ensemble une maison pour Bernard’ (en español, ‘Juntos, una casa para Bernard’) y lanzaron una campaña de recaudación de fondos. En poco tiempo, lograron reunir 20.000 euros, además de recibir donaciones de materiales que serían utilizados para la construcción del nuevo hogar.
El esfuerzo colectivo dio sus frutos en cuestión de semanas. Los vecinos trabajaron arduamente para construir una casa de 40 metros cuadrados en el terreno de Bernard. Este gesto no solo le devolvió un techo, sino también la esperanza.
“Tuvimos mucho trabajo, pero también momentos muy bonitos de celebración, de comidas. Fue maravilloso. Me hicieron un hombre feliz”, confiesa a este medio Bernard, visiblemente emocionado por el apoyo recibido.
“Esta será la casa de todos”
La nueva vivienda no solo representa un refugio físico, sino también un símbolo de resiliencia y comunidad. Bernard, quien ahora puede disfrutar de su “pequeño rincón de paraíso”, se prepara para celebrar una Navidad tranquila y acogedora, algo que no había podido hacer en años.
Este desenlace marca el cierre de un capítulo difícil en la vida de Bernard, quien finalmente puede mirar al 2025 con cierto optimismo. “Tengo ganas de que todo esté terminado para poder prestar la casa a todas las personas que participaron en su construcción”, añade Bernard que remarca al medio que esta será no solo su casa, sino la casa de todos”.