Max, el perro que fue un regalo de Navidad para un joven y terminó encadenado año y medio sin salir de casa: ahora un refugio le busca familia

Con la llegada de las Navidades, son muchos los niños que piden a Papa Noel o a los Reyes Magos una mascota como regalo. Pero un animal no es un juguete: aporta mucho amor y acompañamiento, pero necesita una serie de cuidados que deben tenerse en cuenta antes de tomar la decisión de adoptar a un perro, como los paseos varias veces al día, el aseo, la alimentación o las visitas al veterinario para consultas rutinarios o si tiene algún problema o enfermedad. El deseo de muchos niños de tener una mascota poco a poco va menguando cuando pasa el sentimiento de novedad, lo que lleva a muchas familias a no cuidar adecuadamente a sus perros o a abandonarlos.

Esta es la historia de Max, un rottweiler que se convirtió en el regalo de Navidad de un niño de 14 años. Pese a que el joven había deseado tener una mascota, Max dejó de recibir los cuidados que necesitaba y pasó a tener una vida de privaciones: su familia tomó la decisión de fijar un gancho a la pared del salón y anclarle una cadena, por lo que durante un año y medio el rottweiler permaneció confinado únicamente al escaso espacio por el que la cuerda le permitía moverse. No salía a la calle ni tenía contacto con otros animales o humanos, lo que le privó de las interacciones que cualquier perro necesita. En estas crueles condiciones permaneció Max durante gran parte de su vida (actualmente tiene dos años), hasta que la asociación sin ánimo de lucro italiana Leal, en la sección de Piacenza, intervino en el caso.

Desde 1978, Leal lucha contra la vivisección y el maltrato animal, así como proporciona un hogar a perros y gatos abandonados o que no han sido bien cuidados por sus dueños. Max pasó a vivir en un centro de acogida en el municipio italiano de Ponte dell’Olio, donde poco a poco fue recuperando la confianza y descubrió el mundo exterior del que se le había privado: “Cada día lo saca uno de nuestros operadores, pero nuestra esperanza es que pueda ser adoptado por una familia”, aseguró Giustina De Rosa en una entrevista con el medio La Stampa.

Al principio, el rottweiler se encontró sorprendido, pues nunca antes había interactuado con la vegetación, con otros perros o con personas diferentes a las que conformaban su antiguo núcleo familiar. Pese a haber permanecido durante un años y medio en un reducido perímetro, en poco tiempo Max comenzó a adaptarse, familiarizándose con el resto de mascotas del refugio o con los voluntarios de la organización, que le dan los cuidados de los que había sido privado hasta ahora.

La intención de Leal no es que Max permanezca mucho más tiempo en el centro de acogida, sino que encuentre una nueva familia con quien poder pasar el resto de sus días. Sin embargo, Giustina asegura que el hecho de que sea un rottweiler está dificultando su adopción: “Esta raza de perro ha sido demonizada injustamente y ahora es difícil encontrarle dueño a Max, pero puedo asegurarles que es un perro muy bueno, un verdadero perro de oro”.

Tradicionalmente se ha considerado que razas de perro como los rottweiler, los pitbull o los american staffordshire son potencialmente peligrosas, lo que lleva a muchas personas a evitar adoptar este tipo de animales. Sin embargo, desde las organizaciones de bienestar animal aseguran que esta denominación ha contribuido a la “demonización” de estas mascotas y que, en realidad, el comportamiento de los animales depende de cómo hayan sido educados.

Max continúa buscando un nuevo hogar en que el que le proporcionen los cuidados y el cariño que le han negado durante gran parte de su vida. Mientras tanto, las instituciones públicas de la gran mayoría de países siguen intentando concienciar a la población sobre la necesidad de entender la responsabilidad que supone ser dueño de una mascota. De esta manera, podrán reducirse las alarmantes cifras anuales de abandonos de animales.