Los idiomas parecen inofensivos, pero siempre pueden ser el origen de un escándalo. Si hace unos días surgía la polémica por unas declaraciones de un periodista de RTVE al asegurar que, “gracias a Dios”, no entendía nada de catalán, ahora en Bélgica se ha visto un nuevo ejemplo con el caso de un revisor que saludó, consideró un pasajero, en un idioma que no tocaba.
El revisor de esta historia se llama Ilyass Alba y trabaja para la compañía ferroviaria belga SNCB. Se trata de alguien con bastante renombre en las redes sociales, dado que en Facebook cuenta con más de 40.000 seguidores. Ahí comparte aspectos del día a día en su trabajo, pero hace unas semanas sorprendió con una publicación distinta en la que anunció que acababa de ser denunciado.
El motivo de esta denuncia fue que, durante un viaje, Ilyass entró en un vagón saludando en holandés y luego en francés: “Goeiedag, bonjour”, lo que molestó mucho a uno de los pasajeros, quien consideró que, al estar en una zona del país neerlandófona, estaba faltándole el respeto a la cultura de la región al hablar en francés. Por eso, finalmente puso una denuncia.
El problema de Bélgica y los idiomas
Puede resultar chocante que una reacción así pueda surgir solo a partir de hablar un determinado idioma. Para el propio Ilyass lo es, que recuerda que en las zonas flamencas -donde se habla holandés- del país “está prohibido hacer anuncios en francés si no se hacen también en holandés, alemán e inglés”, lo que no está prohibido es “saludar a todos los viajeros durante el control con un simple ‘Goiedag, bonjour’”, indica en una publicación.
Sin embargo, el enfado del pasajero parte de una tensión idiomática a la que Bélgica se somete desde hace siglos. El país está divido en tres zonas en las que se habla, respectivamente, francés, holandés y alemán. Los francófonos son mayoritarios, y durante mucho tiempo su idioma fue el único oficial, hasta que movimientos regionalistas e incluso independentistas forzaron la inclusión de las otras lenguas y también la formación de un Estado federal.
En la misma línea, fue especialmente sonada la crisis lingüística de Lovaina, a finales de los años 60, cuando estudiantes neerlandófonos se manifestaron para que la Universidad Católica de Lovaina, en la zona flamenca, diera clases solo en neerlandés. Estas protestas se saldaron con la policía dispersando con brutalidad a los estudiantes, si bien marcó la transformación de Bélgica en un estado federalista.
La respuesta de SNCB
Un portavoz de la empresa ferroviaria en la que trabaja Ilyass salió en defensa del revisor. “Pedimos a todos los maquinistas que sean flexibles y se adopten a esta legislación lingüística, para que nuestros maquinistas puedan seguir concentrándose en su trabajo real”, afirma en declaraciones recogidas por el medio belga 7sur7.
No obstante, esta situación ha provocado también la indignación de los partidos regionalistas de habla holandesa, quienes han considerado el saludo en francés como “una falta de respeto” a su idioma. “No podemos tirar por la borda nuestra legislación lingüística de esta manera”, critican en el citado medio. El asunto ha llegado incluso al Parlamento belga, demostrando una vez más como los idiomas pueden ser el origen de serios problemas en el país.