La ciudad suiza de La Chaux-de-Fonds, conocida por su tradición relojera y de micromecánica, enfrenta un nuevo revés industrial. La empresa Faulhaber, especializada en microsistemas y sistemas de precisión, ha decidido cerrar su planta en la región y trasladar su producción a Hungría. La medida, que afectará a cerca de 70 trabajadores, ha generado indignación entre los empleados y el sindicato Unia, especialmente al ser anunciada poco antes de las fiestas navideñas.
Faulhaber planea cesar sus operaciones en La Chaux-de-Fonds el 31 de diciembre de 2025, dejando en el aire el futuro de decenas de familias. El sindicato Unia ha calificado la decisión de “inadmisible”, denunciando el despido colectivo como un gesto insensible en plena temporada festiva. Más allá del impacto humano, esta medida también afecta la economía local, estrechamente ligada a las industrias de alta tecnología.
Un informe presentado por los trabajadores y el sindicato revela que Faulhaber es una empresa rentable y con proyecciones viables. Según el documento, la planta de La Chaux-de-Fonds podría seguir operando con éxito, mientras que el traslado a Hungría supone riesgos significativos, incluidos posibles problemas en la continuidad de la producción y la pérdida de productos clave desarrollados exclusivamente en la planta suiza.
Razones detrás de la deslocalización
El traslado de Faulhaber a Hungría responde a una tendencia creciente entre las empresas: reducir costes laborales y beneficiarse de condiciones fiscales más favorables. Aunque estas decisiones suelen justificarse por motivos financieros, en el caso de Faulhaber, resulta controvertido debido a la rentabilidad de su operación en Suiza y a la alta especialización de su producción.
La deslocalización plantea interrogantes sobre el impacto a largo plazo en la calidad e innovación de las empresas que optan por este modelo. En sectores como el de los microsistemas, donde la experiencia local y la tradición son esenciales, trasladar la producción puede comprometer los estándares que han llevado a la empresa al éxito.
Exigencias de un plan social justo
Ante el anuncio del cierre, el sindicato Unia ha demandado un plan social digno, que incluya compensaciones adecuadas para los trabajadores, apoyo para encontrar nuevas oportunidades laborales y medidas para mitigar el impacto en la comunidad local. La dirección de Faulhaber aún no ha ofrecido detalles sobre cómo planea manejar las consecuencias sociales de su decisión.
Los trabajadores, por su parte, han defendido la viabilidad de la planta y han pedido a la empresa que reconsidere su postura. Además de subrayar la rentabilidad del sitio, destacan que el cierre podría poner en peligro el desarrollo de productos clave que son símbolo de la innovación en la región.
La globalización, ligada a la deslocalización
La decisión de Faulhaber pone en el centro del debate las implicaciones éticas y económicas del modelo de deslocalización. Aunque puede ser beneficioso para reducir costes en el corto plazo, este enfoque plantea riesgos a largo plazo, como la pérdida de conocimientos especializados, el debilitamiento de la relación con las comunidades locales y el daño a la reputación de las empresas.
En este caso, cerrar una planta rentable y ligada a productos innovadores cuestiona el compromiso de la compañía con las regiones que contribuyeron a su éxito. La indignación de los trabajadores y del sindicato refleja no solo la frustración por los empleos perdidos, sino también un sentimiento de traición hacia una comunidad que ha apoyado a la empresa.