Cada vez menos gente plancha la ropa, en especial entre las generaciones jóvenes. Será debido a una mayor relajación en cuanto a los hábitos de vestir, por pereza, o por falta de tiempo, pero independientemente del motivo, lo cierto es que, con la pérdida del hábito, también se pierden los conocimientos asociados al mismo.
Puede parecer inexplicable, en especial para la gente que no suele planchar: ¿cómo es posible, si la ropa que se plancha está limpia, que la plancha se ensucie? Bueno, pues no es tan misterioso: lo más habitual es que las manchas se deban a la acumulación de cal. El calor de la plancha evapora toda la humedad de las prendas, lo que suele provocar que se formen pequeños cúmulos de cal en los agujeros de su base: dependiendo de la dureza del agua, la proporción presente en el suministro será mayor o peor, pero lo más común es que haya alguna cantidad disuelta. Según datos de Fundación Aquae, las aguas más blandas (con menor cantidad de cal) de España son las de Ávila y las de Segovia, con menos de 50 miligramos de carbonato cálcico por litro.
Sin embargo, aunque las manchas más frecuentes en las planchas tengan que ver con la cal, también puede pasar que, por un despiste, se provoquen quemaduras, que son más difíciles de quitar. A continuación, se detallan varios métodos para deshacerse de la suciedad, de la más ligera a la más complicada: si no funciona uno, se podrá probar el siguiente, y así sucesivamente hasta que, con toda probabilidad, alguno devuelva la base de la plancha a su brillo original.
Agua y jabón
El primero no es ningún secreto: si la suciedad es superficial, una esponja humedecida con agua jabonosa debería deshacerse del problema. Es importante no utilizar estropajos de aluminio u otros materiales duros, ya que podrían dañar la suela.
Pasta de dientes
Si esto no funciona, una vez se seque la plancha, se puede probar a aplicar un poco de pasta de dientes y frotarlo con un paño de cocina o un trapo usado, asegurándose de retirar los restos de dentífrico con un paño o esponja húmeda.
Velas
Este método se viene usando desde hace mucho tiempo, y también es muy sencillo, aunque hagan falta velas. Se debe conectar la plancha y dejarla calentar lo suficiente para derretir cera. Una vez esté lo suficientemente caliente, se pasa la base de la vela por las manchas, dejando que se derrita. En teoría, la cera se adherirá a las propias manchas, por lo que, al frotarla, a continuación, con una esponja o paño, se retirará junto a la suciedad.
Detergente de la ropa
Para las planchas antiadherentes, el detergente suele funcionar. Tan solo hace falta calentar un poco de agua, añadir una cucharada pequeña de detergente, y frotar la base de la plancha apagada con un paño suave humedecido en esta solución.
Vinagre blanco
Si ninguno de estos dos métodos parece surtir efecto, lo más probable es que las manchas se deban a quemaduras. Pero no es el fin, también puede solucionarse: lo primero que puede probarse es el vinagre blanco. Después de calentarlo ligeramente, se aplica a la superficie con un paño limpio hasta que desaparezcan las marcas. A continuación, se pasa otro paño limpio para retirar el exceso de vinagre y evitar malos olores, y listo.
Sal gruesa
Si esto tampoco funciona, el siguiente nivel debería ser la clave: sal gorda. Sobre una mesa o superficie, se coloca estirado un paño seco y se vierten varias cucharadas de sal gruesa encima. En este caso, la plancha debe estar encendida y caliente. Una vez esté todo listo, se aplica la base de la plancha a la sal y se frota con suavidad, hacia delante y detrás, hasta que desaparezcan las manchas. Después, se apaga, se deja enfriar y, una vez lo esté, se repasa con un paño húmedo.
El último recurso: vinagre blanco<i> y</i> sal gruesa
Aunque nada parezca funcionar, aún no está todo perdido. En este caso, se crea una solución de vinagre blanco y sal gruesa y se deja calentar a fuego lento sin que llegue a hervir. Se deja reposar un poco y, tras humedecer un paño limpio con la mezcla, se frotará ligeramente sobre la base de la plancha, que debe estar apagada.