Con nuestros amigos, con nuestra e incluso con nuestros compañeros de trabajo, antes de que llegue el sorteo de la Lotería de Navidad, es probable que hayamos comprado boletos con más de un grupo. Perseguidos por el pensamiento de “y si toca qué...” nos sentimos en la obligación de hacernos con uno en casi todos nuestros ámbitos. Sin embargo, a veces optamos por compartir un décimo o una participación.
A pesar de que creamos que nunca se va a dar la situación de que nos enfademos antes de la rifa o de que la otra persona vaya a desaparecer con nuestro dinero, es vital formalizar este reparto de manera adecuada. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) apunta que es esencial que el depositario (el encargado de guardar el billete) lo comunique por escrito. Lo más recomendable es fotocopiar el boleto y entregar a cada participante una copia firmada con el nombre, DNI y la cantidad jugada por cada persona. Si no seguimos estas pautas, nos podría ocurrir como a Pío, un hombre que aseguró compartir el décimo con su amiga Marina.
El misterio del billete perdido
Para entender la historia, nos tenemos que remontar al 22 de diciembre de 2021, fecha del Sorteo Extraordinario de Navidad, cuando Pío aseguró haber comprado un décimo agraciado en un bar de Aizarnazabal. Acorde a su versión, entregó el boleto a su amiga Marina, la persona investigada en este caso, para que lo guardara con la promesa de repartir el premio al 50% si resultaba ganador. Llegado el momento, ella negó tenerlo y rechazó la acusación de apropiación indebida.
En el desarrollo del proceso, él no se fiaba demasiado, por ello solicitó una prueba pericial dactiloscópica en los boletos premiados vendidos por la Administración de Loterías N.º 1 de Azkoitia. El objetivo era comprobar si sus huellas coincidían con las del décimo en disputa. Sin embargo, el Juzgado de Instrucción N.º 2 de Azpeitia rechazó esta petición en enero de 2023, argumentando que era algo “impertinente e inútil” por varias razones: el tiempo transcurrido desde el sorteo, la falta de testimonios que avalaran la versión del denunciante y las dudas del propio Pío sobre si efectivamente había comprado el décimo.
Pío no recordaba haber comprado el décimo
No obstante, esta decisión no paró a Pío, quien insistió en que esta prueba era la única forma de demostrar su versión y que las huellas no desaparecen necesariamente con el tiempo. Asimismo, apuntó que había algunos mensajes de WhatsApp en los que, según él, Marina habría reconocido recibir el décimo. Señaló que, además, había contraindicaciones entre las declaraciones de Marina y las de su pareja, así como en el testimonio de otros testigos, quienes afirmaron que la investigada poseía varios décimos premiados y que estos no se vendían en el lugar donde ella aseguraba haberlos obtenido.
La Audiencia Provincial respaldó la resolución del juzgado instructor y reiteró que la prueba solicitada era desproporcionada debido a su magnitud y al tiempo transcurrido, lo que dificultaría su viabilidad y eficacia. También quiso recalcar que ningún testigo confirmó que Pío hubiera adquirido el décimo en cuestión y para más inri, ni el propio denunciante recordaba con certeza haberlo comprado. Ante estas circunstancias, el tribunal concluyó que la diligencia propuesta no era adecuada para esclarecer los hechos y desestimó el recurso.