En un insólito giro provocado por un error administrativo, Augusto Gomes, un vigilante de seguridad de 54 años residente en Senlis, en la provincia francés de Oise, ha sido declarado muerto. Este insólito suceso no solo le ha llevado a perder su trabajo de forma inmediata, sino que también ha puesto en peligro su estabilidad financiera y familiar. “Estoy muy vivo”, decía Augusto, quien lleva meses luchando para que la administración francesa reconozca su existencia y le permita retomar su empleo.
La historia comenzó en enero de 2024 cuando Augusto, trabajador en Francia desde hace más de dos décadas, solicitó la renovación de su tarjeta profesional de vigilante de seguridad, un trámite obligatorio que debe realizarse cada cinco años ante el Consejo Nacional de Actividades Privadas de Seguridad (CNAPS). Sin embargo, en esta ocasión, el organismo rechazó su solicitud, alegando que el titular de su tarjeta de residente había fallecido en 2016.
Augusto, originario de Guinea-Bissau y asentado en Francia desde 2022, se mostró desconcertado al recibir la noticia. “Me sorprendió saber que había muerto. ¿Cómo puedo estar muerto si estoy trabajando, enviando solicitudes y viviendo mi vida?”, relató con evidente incredulidad.
Despido inmediato: “No podemos emplear a los muertos”
El impacto del error no tardó en hacerse sentir. Augusto, quien llevaba 15 años trabajando para la misma empresa de seguridad, fue despedido de manera inmediata, ya que la negativa del CNAPS para renovar su tarjeta profesional imposibilitaba su contratación legal.
Driss Aït Youssef, secretario general de la empresa y experto en seguridad, explicó la situación: “En cuanto el CNAPS deniega la tarjeta profesional a un vigilante de seguridad, estamos obligados a rescindir su contrato de trabajo. Sin esa acreditación, no puede ejercer su profesión. Pero si el CNAPS reexamina su situación, no tendremos ningún problema en readmitirlo”.
Este procedimiento, aunque administrativo, ha tenido graves consecuencias para Augusto y su familia, que ahora enfrentan incertidumbre económica. Sin ingresos, teme no poder seguir pagando su préstamo hipotecario ni cubrir las necesidades básicas de su hogar.
“Solo quiero recuperar mi trabajo”
Desde el fatídico error, Augusto ha realizado incansables esfuerzos para demostrar que está vivo y recuperar su empleo. “Inmediatamente, envié a la prefectura unos sesenta documentos: nóminas, declaraciones de la renta, todo lo necesario para probar mi identidad y mi existencia. Estoy aquí, estoy vivo y solo quiero que me devuelvan mi trabajo”, explicó.
A pesar de sus numerosos intentos, sus cartas y documentos no obtuvieron respuesta durante meses. La falta de comunicación por parte de la administración agravó aún más su situación, llevándolo finalmente a hacer pública su historia en busca de una solución.
El pasado lunes 19 de agosto, Augusto fue recibido por el servicio de permisos de residencia de la prefectura de Oise, donde entregó más pruebas de su existencia y solicitó un justificante que le permita retomar su actividad profesional como vigilante de seguridad.
El caso de Augusto Gomes es un recordatorio del impacto que los errores administrativos pueden tener en la vida de las personas. Declarar “muerto” a un ciudadano no solo afecta su empleo, sino también su acceso a derechos básicos como la seguridad social, la atención médica y las prestaciones laborales.
El peso de un error administrativo
Los especialistas en derecho administrativo consideran que este tipo de situaciones, aunque excepcionales, deben resolverse con la mayor rapidez posible. “Es inadmisible que un error de procesamiento deje a una persona en esta situación de vulnerabilidad. La administración debe actuar con prontitud para rectificar”, señaló un jurista consultado por La Dépêche.
Por ahora, Augusto y su familia esperan con esperanza que la prefectura resuelva su situación. Mientras tanto, su empresa ha manifestado su disposición de readmitirlo tan pronto como el CNAPS rectifique su error y renueve su tarjeta profesional.
“Espero que pronto me ‘resuciten’ en los registros. Solo quiero trabajar y seguir adelante con mi vida”, concluye Augusto Gomes, cuyo único deseo es recuperar su identidad y la estabilidad que tanto esfuerzo le costó construir en Francia.