A estas alturas ayer, las redes sociales ardían después de que el programa de Telecinco Fiesta publicara unas imágenes capturadas por el paparazzi Sergio Garrido en las que veíamos a Ana Mena y Óscar Casas dándose un beso. El colaborador contaba que llevaba tiempo siguiendo a la pareja porque había recibido información sobre sus encuentros. Detalló que se encontraban en el barrio madrileño de Usera, que no había cámaras de rodaje cerca, por lo que no se trataba de una escena de la película que protagonizan y que si hubiera llegado cinco minutos más tarde, no hubiera llegado a fotografiarles. Describió el beso como “de pasión pura”. No obstante, ni el actor ni la cantante se han pronunciado oficialmente al respecto, manteniendo la discreción que caracteriza sus vidas privadas.
La relación entre el actor y la cantante podría haberse fortalecido durante el rodaje de la película Ídolos, una producción hispano-italiana ambientada en el mundo de MotoGP. En este proyecto, Óscar interpreta al protagonista, Edu, un joven piloto de motos muy agresivo en quien ningún equipo confía. Ana, por su parte, da vida a una joven artista que acaba de abrir un salón de tatuajes justo debajo de su casa. Aunque aún no se han revelado más detalles sobre su posible romance, la química entre ambos parece haber traspasado las pantallas.
La vida personal de Óscar Casas
Óscar nació en Barcelona en 1998 y es el cuarto de cinco hermanos de una familia muy unida. El más conocido de los primogénitos, Mario Casas, ha sido un referente y fuente de inspiración para él. Su carrera comenzó cuando era aún muy pequeño con su participación en la serie Abuela de verano, junto a Rosa María Sardà. Sin embargo, su verdadero salto a la fama llegó con su papel de Gabi en la exitosa serie de Televisión Española Águila Roja. Desde entonces, el trabajo no le ha faltado, ha participado en proyectos destacados como Fuga de cerebros, Jaguar o Mi soledad tiene alas.
Un niño movido que encontró la liberación en la actuación
En una entrevista con el medio La Razón, el actor confesaba que la interpretación había sido una constante en su vida desde la infancia, una pasión que le ayudaba a su enfocarse y a superar sus dificultades escolares. “De pequeño era muy movido, no me concentraba, y era ponerme en un set y todo cambiaba, una liberación. Porque la interpretación es sólo eso, un juego”, afirmaba. Cuando las inseguridades le atacan, Casas únicamente necesita una cosa: “Volver al niño y pensar lo que sentía entonces”. “Realmente era una felicidad plena. Mi madre me decía que si no llevaba bien los estudios no podía seguir en la peli o la serie que estuviera haciendo entonces, y sé que he sacado la ESO y todos los cursos gracias a la actuación. Porque no quería renunciar a ello”, comentaba.
Si de algo puede presumir la familia Casas es de demostrar, en cada instantánea que comparten, lo unidos que están. Sus padres, Ramón y Heidi, no dudan en hacer ver lo orgullosos que están de sus hijos en todo momento. Sheila es la mayor, es abogada y dueña de una discoteca en Madrid; después llega Christian, uno de los más desconocidos, pareja de la coreógrafa y bailarina Mónica Peña; Mario, es el más popular de todos; tras él viene Óscar y por último Daniel, el pequeño que nació en 2014 y que es el ojito derecho de todos.
Su relación e icónico baile junto a Begoña Vargas
En el ámbito personal, Óscar mantuvo una relación de casi tres años con la actriz Begoña Vargas. Juntos protagonizaron un icónico baile que se volvió viral en redes sociales al ritmo de la canción de Omar Montes, La Rubia. La pareja se separó de manera amistosa y cuando le han preguntado por ella, el actor ha expresado admiración por su exnovia, calificándola como una “mujer maravillosa” y una artista con una carrera prometedora.