Hay una calle en el centro de Madrid por la que no se puede pasar. Se llama Pasadizo del Panecillo y está muy cerca de la Plaza Mayor. Mide 60 metros y ocupa una superficie de 311 metros cuadrados desde la Plaza del Conde de Barajas hasta la calle de San Justo. Dos verjas en cada uno de sus lados impide su tránsito para cualquier ciudadano. El grupo municipal socialista ha llevado este lunes una proposición a la comisión de Urbanismo del Ayuntamiento para solicitar al alcalde José Luis Martínez-Almeida que la abra de un vez por todas al público. Y es que lleva cerrada desde 1829.
La iniciativa ha sido presentada por el concejal socialista Antonio Giraldo, que explica muy bien la situación urbanística y jurídica de la calle en un hilo en su cuenta de X (antes Twitter). Geógrafo y urbanista de formación, le gusta que le vean también como un buen divulgador. Así que quiere que se conozca y se revierta la situación de esta calle, donde “dos verjas, preciosas por cierto, en ambos accesos indican que hay un paso a nadie sabe qué, pues la configuración de la calle, quebrada, hace que sea imposible ver lo que hay en su interior desde las clausuradas entradas. Parecen un acceso privado, pero no lo son”, señala el edil socialista.
Dentro de la calle hay una pequeña plaza catalogada como jardín histórico con dos cipreses centenarios. Este rincón del Madrid de los Austrias está flanqueado por tres edificios excepcionales: la Iglesia Pontificia de San Miguel, el Palacio Arzobispal y la Casa Palacio Conde de Miranda. En este último inmueble el Consistorio acaba de aprobar un plan parcial para legalizar 26 pisos turísticos que se han construido en esta Casa Palacio, con un acceso distinto al de la calle cerrada. La empresa vasca Arralde Inversiones es la propietaria y estuvo un tiempo operando sin permiso para poder alquilar estas viviendas.
Cuenta el concejal Giraldo que esta calle se llama así porque allí el Cardenal-Infante Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, fundador del Palacio Arzobispal, repartía pan a los pobres desde una ventana, hoy desaparecida. Pero, si es una calle pública, ¿por qué esta cerrada? “Pues, al parecer, cuando repartían esos panes, las aglomeraciones y lo quebrado del recorrido eran motivo de inseguridad, así que en 1829 se clausuraron sus dos accesos. Hasta hoy”, explica el edil socialista.
“Con la Iglesia hemos topado”
Para el PSOE está “situación es insólita, pues sucedió hace casi 200 años y aún hoy los accesos siguen cerrados”. Solamente pueden pasar los residentes del Palacio Arzobispal. “Con la Iglesia hemos topado”, señala irónicamente Giraldo, que insiste en que es una calle pública. Incluso en el propio catálogo de jardines protegidos del Ayuntamiento de Madrid se indica claramente la propiedad de la plaza que hay dentro de esa calle: el Ayuntamiento de la capital. Giraldo llegó a hacer una petición de información expresa al Consistorio para que le aclarara la situación patrimonial de esta calle. Ya que si de verdad es una vía pública, no entiende por qué su uso es privativo.
El Área de Urbanismo confirmó al edil que, efectivamente, la calle está calificada como vía pública y está incorporada al Plan General de Ordenación Urbana. Sin embargo, no consta inscrita en el patrimonio municipal del suelo. “Increíble y absurdo. ¿Qué está pasando aquí? Una vista gorda desde hace ya dos siglos. Saben que es una vía pública, pero no han inscrito nunca ese espacio en el patrimonio municipal del suelo, donde todas las calles están y deben estar inscritas. Un eterno limbo administrativo”, sentencia Giraldo.
El grupo municipal socialista le ha pedido formalmente este lunes al delegado de urbanismo, Borja Carabante, que se proceda a la correspondiente inmatriculación de la calle como finca municipal. Y que se le pidan las llaves a quienes no son sus dueños. Y, lo más importante, que la calle abra de nuevo. “No queremos que se eliminen las verjas. Tienen un valor y son parte de esta fascinante historia del Pasadizo del Panecillo. Esto es una vía pública y todos tenemos derecho a poder disfrutarla. Las verjas deben abrirse y no volver a cerrarse”, concluye Giraldo. Carabante, por su parte, ha señado que van a estudiar este asunto. “No pretenderá que en tres minutos resuelva un problema que tiene 200 años”, señaló irónicamente. El Ayuntamiento asegura que no ha recibido ninguna queja ni ninguna petición para abrir esta calle al público.