Suecia y Noruega, dos países que estaban liderando la carrera hacia una sociedad sin dinero en efectivo, han comenzado a reconsiderarlo. No es de extrañar. La invasión rusa de Ucrania en 2022 y el incremento de los ciberataques atribuidos a grupos prorrusos han motivado a ambas naciones nórdicas a replantearse su dependencia de los sistemas de pago digitales y la importancia de mantener el uso del efectivo.
Suecia, una nación con una sólida infraestructura digital y alta alfabetización tecnológica, había experimentado una rápida transición hacia los pagos digitales en la última década, incluso lo usaban las personas que vivían en la calle. En 2018, se predijo que el país podría dejar de utilizar efectivo para 2025. El uso de sistemas de pago móviles como Swish, lanzado en 2012 por seis bancos, está ampliamente extendido, a distribuir desde mercados locales hasta tiendas de ropa. Sin embargo, las preocupaciones sobre la seguridad nacional han llevado al Gobierno suizo y al Banco Central a revalorar el rol del efectivo en la vida cotidiana.
La primera medida que implementó el Ejecutivo ha sido revertir su política de eliminación del efectivo en parte por su estrategia revisada de defensa. Según informó The Guardian, el mes pasado se enviaron a todos los hogares un folleto titulado Si llega una crisis o una guerra. En él, el que el Ministerio de Defensa aconsejó a la población contar con efectivo con regularidad y sacar dinero al menos una vez por semana, así como tener acceso a otras formas de pago, como tarjetas bancarias y servicios de pago digitales. “Si se puede pagar de varias formas diferentes, se refuerza la preparación”, dice el texto.
Por otro lado, Noruega también ha reforzado las políticas respecto al efectivo. A pesar de que el uso del sistema digital Vipps es común, el país también tiene sentido la presión de adaptarse a las nuevas realidades de seguridad. Anteriormente, las regulaciones noruegas permitían a los minoristas negar el pago en efectivo. Sin embargo, con una población de aproximadamente 600.000 personas aún fuera del alcance de los servicios digitales, el Gobierno decretó nuevas disposiciones desde el pasado 1 de octubre para imponer multas a los minoristas que se nieguen a aceptar efectivo como método de pago.
“Si nadie paga en efectivo y nadie acepta el efectivo, el efectivo ya no será una solución de emergencia real una vez que la crisis llegue”
El Ministerio de Justicia y Seguridad Pública de Noruega también emitió una declaración para dejar clara la importancia de mantener efectivo disponible como medida de precaución ante las vulnerabilidades de los sistemas digitales frente a ciberataques. La ministra de Justicia y Emergencias, Emilie Enger Mehl, recordó que el efectivo sigue siendo una solución crítica en situaciones de crisis, cuando los sistemas electrónicos podrían fallar debido a interrupciones prolongadas de energía o ataques digitales. “Si nadie paga en efectivo y nadie acepta efectivo, el efectivo ya no será una solución de emergencia real una vez que la crisis llegue”, insistió.
El efectivo como un respaldo vital
A pesar de que la tendencia general en ambas naciones sigue siendo hacia la digitalización de los pagos, las nuevas políticas destacan la función del efectivo como un respaldo vital, especialmente en situaciones donde los sistemas basados en tecnología puedan ser comprometidos. Investigadores como Max Brimberg, del Banco Central de Suecia, resaltan la preocupación por un posible desuso del efectivo, lo cual podría dejar vulnerable a una parte de la población no adaptada a la economía digital y comprometer la capacidad de respuesta del país en caso de emergencia.
El Banco Central de Suecia está explorando la posibilidad de una “corona electrónica” como complemento digital del dinero en efectivo, aunque su implementación requeriría un mandato político formal. Aun así, expertos como Hans Liwång, profesor de la Universidad de Defensa de Suecia, cuestionan si el efectivo es realmente más seguro ante las amenazas modernas, según informó el citado diario inglés. Un ejemplo es Ucrania, donde los sistemas digitales han sido cruciales para su resiliencia durante el conflicto actual.