Hace más de 5.000 años se escribió el Código de Ur-Nammu, el conjunto más antiguo de leyes que conservamos. Antes de él, hubo otros como el de Urukagina, del mismo modo que después, a lo largo de cinco milenios, los seres humanos hemos utilizado las normas para poder vivir en sociedad de la mejor manera posible.
Algunas leyes han servido para conservar valores y tradiciones, otras para transformar la forma de vivir de los ciudadanos. Sin embargo, en algunas ocasiones las normas no se modernizan con el paso de los tiempos, quedan obsoletas e incluso olvidadas. Y con el tiempo ocurre lo mismo con la distancia: las perspectivas sobre ciertos asuntos pueden cambiar. Y lo que a nosotros nos parece ridículo, podría tener todo el sentido común para los habitantes de un determinado lugar y época.
De modo que sí: el mundo está lleno de normas, aún vigentes, que pueden resultarnos muy extrañas: en el estado de Arizona (Estados Unidos), un burro no puede subirse a una bañera; en Londres, está prohibido morir en el Parlamento; en Toronto, pueden multarte por subirte a un árbol. Una lista a la que quizá habría que sumar ahora el nuevo decreto emitido por el ayuntamiento de una ciudad francesa: Rueil-Malmaison, donde se ha prohibido pasear a más de cuatro perros a la vez.
Acabar con los ataques a personas y otros animales
“Esta medida se debe a la constatación de la presencia de perros en manada, con o sin correa, difíciles de controlar y que presentan un riesgo tanto para los peatones como para la fauna silvestre”. Con estas palabras, un tribunal de Cergy, a las afueras de París, daba la razón al Consistorio, después de que algunas empresas de cuidados caninos presentaran una denuncia para intentar frenar la aplicación de este decreto.
Estas aseguraron al juez del proceso que esta medida no solo limita las actividades económicas que pueden realizar -los servicios de paseo de mascotas están en auge y es muy habitual ver a personas paseando a varios perros a la vez a cambio de dinero-, sino que además impedía una “actividad beneficiosa para la sociedad” y que permite “canalizar la agresividad potencial de los perros”.
A pesar de esto, el tribunal tuvo en consideración los múltiples testimonios que había recibido de algunos habitantes de la localidad, algunos incluso mencionaban haber sufrido algunas lesiones. Por ello, decidió permitir que el nuevo decreto saliera adelante, aplicándose en espacios naturales como el bosque nacional de Malmaison, algunas llanuras, parques y otros espacios naturales. Con todo, la multa por incumplir el reglamento será, de momento, muy pequeña, puesto que solo implicará una sanción de 35 uros.