Se conoce como ferromodelismo a la afición de construir maquetas de trenes y sus entornos. Empezó a finales del siglo XIX, con la presentación de los primeros modelos mecánicos a escala, y ha continuado hasta nuestros días hasta el punto de constituir un atractivo para muchos turistas y visitantes de determinadas zonas.
Y es que, aunque la dimensión de estas reproducciones de estaciones, vías y ferrocarriles reales, sean pequeñas en comparación, el trabajo que implican es sumamente arduo. Ahora, a la lista de grandes hitos en este ámbito habrá que añadir el trabajo del Rail Club Ócean de Marennes (en el suroeste de Francia), un grupo de amigos que han construido una de las mayores obras conocidas después de décadas de trabajo.
La maqueta resultante es la reproducción en miniatura de la línea ferroviaria francesa Gabariot-Le Chapus, cerrada desde 1986. Una obra cuyos raíles ocupan 37 metros de largo para un trayecto que, a escala real, sería de 31 kilómetros y media. El presidente del club, Jacques Poget, ha explicado como cuenta con “las principales ubicaciones, estaciones, pasos a nivel, etcétera”, lo que les ha llevado 36 años de trabajo.
Así fue el proceso de elaboración
Solo recopilar planos e información les llevó cinco años. Una vez estuvieron seguros de reconocer el modelo, comenzaron a fabricar la maqueta, para lo que contaron con la ayuda de sesenta personas voluntarias. “No todo el mundo es pintor, no todo el mundo es carpintero, no todo el mundo es electricista”, cuenta al respecto Jacques Poget. “Por eso el carpintero fabricaba los módulos y el electricista electrificaba”.
En otras palabras, fue un gran trabajo en equipo en el que tampoco ha faltado ingenio para reducir al mínimo los costes de la obra. “Para las decoraciones, el lastre (las piedras que se encuentran entre los raíles de las vías) se fabrica con los tacones de los zapatos de mujer, que a menudo se encuentran en las calles o en las playas”.
Se trata, por lo tanto, de una maqueta que reproduce una emblemática red de transporte que actualmente no está disponible, y por lo tanto de un viaje al pasado, recreado por la pasión de estos modelistas. No obstante, sus enormes dimensiones también suponen un problema, y es el mantenimiento de la misma: “Esta habitación no tiene calefacción todo el tiempo, por lo que hay mucha humedad. Y la humedad y la electrónica no van de la mano”.
De este modo, han decidido cobrar a los visitantes un precio de cuatro euros, de cara a conseguir el dinero suficiente como para poder preservar de la mejor manera la maqueta.