Es algo menos conocido, pero los infartos pueden ocurrir en más lugares, aparte del corazón. A Charles Devos, un ciudadano de Reino Unido, se le obstruyó una arteria en el intestino delgado, lo que le provocó un importante dolor que hizo que su mujer, Haley Hicks, llamara a emergencias el 8 de enero de 2021 para pedir una ambulancia. No acudió nadie, un resultado que se produjo también tres veces más, hasta que con la quinta llamada, realizada la tarde del 9 de enero, llegó finalmente el equipo de emergencias. Charles Devos murió minutos después.
La muerte de este hombre fue un duro golpe. Tenía 54 años y se trataba de una persona con una buena salud, “muy en forma y activa”, que además nunca había tenido problemas de salud. En una declaración conjunta, tanto el servicio de ambulancias nacional como los hospitales de la zona aseguraron lamentar “el retraso inaceptable de la atención que recibió el señor Devos en 2021″. “Nos gustaría extender nuestras más sinceras condolencias a su familia”.
109 horas de retraso
Casi cuatro años después, ha tenido lugar la audiencia en la que se ha evaluado por qué la esposa tuvo que llamar hasta cinco veces a Emergencias para que alguien acudiera a trasladar a su marido. Han testificado distintos encargados del servicio de atención, así como médicos forenses que han evaluado el caso. El resultado quedó claro tras las palabras de los expertos: “Si una ambulancia hubiera recogido a Charles antes, es probable que hubiera recibido el tratamiento que le habría salvado la vida”.
Guy Davies, asistente forense de la región de Cornualles y las islas Sorlingas, ha explicado en la audiencia que los retrasos que sufrió la atención de Charles se debió a las “presiones operativas extremas en el sistema” que tuvieron lugar ese día, como resultado de “fallos sistémicos”. El mayor ejemplo son los datos de esas 18 horas en las que no llegaba la ambulancia: en total, se registraron 109 horas de retraso debido a que algunos equipos paramédicos quedaron atrapados fuera del departamento de emergencias del hospital, debido a que no se podía dar de alta a pacientes por la falta de camas.
Un problema sistémico
Es más, Davies ha insistido en la audiencia en que el problema, cuatro años después, sigue sin poder resolverse. “Esperar una ambulancia conlleva riesgos”, ha asegurado. Solo en los meses de septiembre y octubre, se registraron 6.000 y 7.000 horas de retraso de las ambulancias, respectivamente. Por eso, desde hace un tiempo los servicios de atención telefónica informan de cuánto tiempo tendrán que esperar los enfermos para que acudan los paramédicos, y si es mejor que estos y sus familiares busquen formas alternativas de llegar a un centro médico para ser atendidos.
De hecho, en algunas zonas de Inglaterra, el problema está tan acentuado que algunos fideicomisos hospitalarios envían taxis para que recojan a los pacientes debido a la falta de ambulancias, mientras que en otros lugares los pacientes esperan en sillas de ruedas en los pasillos para que se pueda atender a pacientes de alto riesgo. Finalmente, Davies ha asegurado que enviará al Secretario de Estado de Salud y Asistencia Social un informe que aporte nuevas medidas para evitar muertes futuras.
Muertes como la de Charles Devos, que ni siquiera en la segunda llamada consiguió que se le clasificara como paciente grave. Este hombre falleció durante la tarde del 9 de enero, mientras que la primera llamada de la señora Hicks se realizó casi a las 11 de la noche del día antes. Y, lo que es más, durante la audiencia, se ha conocido que ni siquiera después de la segunda llamada incluyeron a este hombre en ningún proceso de mayor prioridad, hecho que hizo que no fuera atendido y que, finalmente, la situación en su intestino fuera tan grave que le acabara provocando un paro cardíaco.