La pensión de incapacidad permanente es una prestación económica que otorga la Seguridad Social a aquellas personas que, por enfermedad o accidente, ven reducida o anulada su capacidad laboral. Su objetivo es cubrir esa pérdida de ingresos que sufren los trabajadores al tener que dejar de trabajar, o al modificar su jornada o empleo.

Existen cuatro grados de incapacidad permanente: la parcial (ocasiona en el trabajador una disminución de su rendimiento de al menos el 33% en su profesión), la total (inhabilita al trabajador a su profesión habitual, pero le permite dedicarse a otra), la absoluta (inhabilita al trabajador para cualquier trabajador) o de gran invalidez (el trabajador necesita la asistencia de otra persona).

Es el Tribunal Médico el que evalúa la incapacidad de los enfermos, a través de revisiones periódicas en las que se examina la situación del trabajador y se elaboran informes que la Seguridad Social utiliza para tomar decisiones sobre la concesión de la prestación.

Como explica una experta del bufete madrileño CTG Abogados, a través de su cuenta de TikTok (@ctgabogados), “si tienes limitaciones clínicas para el desempeño de tu trabajo habitual, puedes solicitar una prestación económica a la Seguridad Social a través del reconocimiento de la incapacidad permanente total que te permite además desempeñar otros trabajos que no sean de tus funciones habituales”. Para conseguir una pensión de incapacidad permanente total hay que demostrar que se cumplen tres requisitos. Estos serían:

1. Cuál es el cuadro clínico, es decir, el cuadro patológico del trabajador: “aquellas limitaciones clínicas que tienes que no te permiten el desempeño de estas funciones habituales”, añade.
2. Cuáles son esas funciones que el trabajador desempeña en su trabajo
3. Cumplir con los requisitos de cotización exigibles para ello, que variarán dependiendo de la edad del solicitante.

En cuanto a la cuantía de esta prestación, la Seguridad Social establece que se cobra el 55% de la base reguladora del trabajador. Si se compara con el sueldo anterior del trabajador, la abogada confirma que esta cuantía resultaría en un 50% del salario aproximadamente. Es decir, si un trabajador cobra 1.400 euros, pero su salario base es de 1.300 (el resto son complementos), el empleado recibiría 715 euros mensuales como prestación por incapacidad permanente total (que es el 55% de 1.300).

La pensión mínima por incapacidad permanente total varía según la situación familiar y la edad del beneficiario. Para personas menores de 60 años con una incapacidad por enfermedad común, la pensión mínima es de 608,3 euros al mes (8.516,2 euros al año) si no tienen cónyuge o si este está a su cargo. Si tienen cónyuge, pero este no depende económicamente de la persona beneficiaria, la pensión se reduce a 603,1 euros mensuales (8.443,4 euros anuales).

Para personas de entre 60 y 64 años, si tienen cónyuge a su cargo, la pensión asciende a 1.033,3 euros mensuales (14.466,2 euros anuales). Si no tienen cónyuge, la pensión se reduce a 772 euros al mes (10.808 euros al año), y si el cónyuge no depende de la persona beneficiaria, la cuantía baja a 729,7 euros mensuales (10.215,8 euros anuales).

Para las personas de 65 años o más, si tienen pareja a su cargo, la pensión será de 1.033,3 euros mensuales (14.466,2 euros anuales). Si no tienen cónyuge, la pensión será de 825,2 euros al mes (11.552,8 euros al año), y si el cónyuge no depende económicamente del beneficiario, la cuantía será de 783,3 euros mensuales (10.966,2 euros anuales).