Así es la “mejor” (y más cara) escuela del mundo: está en Suiza, cuesta 170.000 euros al año y no hay ni horarios fijos ni clases por edad

El instituto Rosenberg educa a más de 200 jóvenes que acaban entrando en las mejores universidades del mundo con las calificaciones más altas

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El Institut auf dem Rosenberg, ubicado en Suiza. (@instrosenberg/Instagram)
El Institut auf dem Rosenberg, ubicado en Suiza. (@instrosenberg/Instagram)

¿Existe algún lugar en el que estudien los descendientes de las élites mundiales? Lejos de ser una fantasía o una conspiración, se trata de una realidad con siglos de tradición. Fundado en 1889, el Institut auf dem Rosenberg se ha convertido en un lugar para ofrecer la mejor educación a los más adinerados.

Hijos de los empresarios más ricos del mundo, de monarcas o de otras grandes figuras públicas han estudiado en la considerada como “la mejor escuela privada del mundo”, nombrada así por un ranking elaborado por la empresa Premium Suiza.

La matrícula más cara del mundo

Puede que el nombre de los responsables de la lista pueda llevar a pensar que el honor de quedar en el primer puesto ha sido emitido con cierta parcialidad. Sin embargo, hay que decir que en el análisis se incluyeron más de 200 centros de diferentes países.

Además, de lo que sí estamos seguros es que Rosenberg, ubicada en el cantón helvético de San Galo, es la escuela más exclusiva: los cinco centros educativos más caros del mundo están en Suiza, entre los cuales Rosenberg destaca con el precio más elevado.

Esta escuela destaca por ser un internado en el que hay apenas 230 estudiantes, procedentes de hasta 50 países diferentes, que pagan 1760.000 dólares (casi 170.000 euros) al año para poder estudiar ahí.

Una educación estricta

Cada uno de estos alumnos recibe un programa académico personalizado, que se adapta a sus necesidades, intereses o ambiciones, de modo que, según datos ofrecidos por el Spear’s School Index, el 84% de ellos obtienen los mejores resultados posibles cuando quieren ingresar en las mejores universidades de Estados Unidos.

Durante su estancia en este internado, además, disfrutan de unas instalaciones alejadas de lo que se suele ver en la educación convencional. El recinto del instituto Rosenberg cuenta con catorce villas modernistas y múltiples espacios para el deporte.

Allí, el periódico suizo Brick ha logrado entrevistar a algunos estudiantes provenientes de México, Ginebra, Alemania y Kosovo, cuyo parecer es similar: “Nos gusta mucho estar aquí, sobre todo porque las clases son pequeñas. El único problema es que, lamentablemente, las normas son demasiado estrictas”.

No se permite fumar, ni beber ni, por supuesto, consumir otras drogas. De hecho, incurrir en cualquiera de estos incumplimientos puede suponer la expulsión directa. Además, los dormitorios de niños y niñas están separados, y nadie de otro sexo puede visitar las estancias que no sean las suyas.

Por otro lado, se ha aplicado también un sistema de puntos, castigos y recompensas con el que pueden penalizarte por llegar tarde a las clases o no seguir el código de vestimenta, recuperables, por otro lado, con acciones destacables y sobresalientes. De forma mensual, los alumnos mejor puntuados pueden acceder a ciertos privilegios, mientras que los últimos se pierden la excursión del fin de semana.

Innovación en la forma de enseñar

La edad de los internados varía entre los 6 y los 19 años y son sometidos a una disciplina que, pese a su rigidez, aplica también una serie de métodos pedagógicos poco vistos en otros lugares del mundo. Las clases, por ejemplo, se organizan por estudiantes con capacidades similares y no por su edad. Además, son los propios estudiantes quienes pueden también personalizar sus horarios y materias, siempre aconsejados para explotar al máximo su potencial.

Para ello, se utiliza una aplicación en la que se les ayuda a planificarse sus cursos, los cuales se pueden complementar con un amplio catálogo de cursos extracurriculares que acrecienten sus intereses. En todas las asignaturas y otras experiencias formativas, además, se procura abordar el conocimiento desde un punto de vista práctico, en el que los estudiantes se enfrenten a problemas reales.

Casa espacial construida con una impresora 3D que diseñaron los estudiantes. (@instrosenberg/Instagram)
Casa espacial construida con una impresora 3D que diseñaron los estudiantes. (@instrosenberg/Instagram)

Al mismo tiempo, participan en programas de innovación y desarrollo con las empresas que así lo deseen. Un ejemplo es la iniciativa realizada con una empresa danesa, a la cual han ayudado para crear una casa solo con una impresora 3D, lo que podría servir, por ejemplo, para producir instalaciones en otros planetas de una manera más sencilla.

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