Cuando compramos una planta, buscamos crear en nuestro hogar un oasis verde cargado de vegetales repletos de salud y con un color vivo. Sin embargo, puede que nos levantemos una mañana y que encontremos nuestra flora con un aspecto algo alicaído. Las plantas cuentan con su propia manera de decirnos cómo se sienten y qué es lo que necesitan, lanzando señales sutiles: manchas marrones, presencia de hormigas y mosquitos, hojas entristecidas o amarillas (uno de los síntomas más comunes).
Aunque las plantas de interior, por lo general, suelan ser fáciles de cuidar, como el poto o el ficus, hay veces que su apariencia empeora y su color muta hacia el amarillento. A pesar de que sea un distintivo inequívoco de que no están rebosantes de salud, no podemos entrar en pánico ni dar por perdidos a nuestros vegetales, ya que, aún, estamos a punto de salvarlos.
Las causas de las hojas amarillas
El amarillo en las hojas de las plantas se conoce como clorosis y se da cuando la hoja tiene déficit de clorofila, que es el nutriente que fabrica el vegetal para alimentarse y que le otorga el color, tal y como explica el portal web Be.green. Esto puede deberse a múltiples causas:
Riego inadecuado
Si casi todas las hojas se han teñido de este tono, lo más probable es que estés regando de más a la planta. En el caso de que sólo le aportes el agua recomendada, puede que el sustrato no esté drenando bien y se esté creando lodo. Para comprobarlo, basta con tocar la tierra con las manos: si está húmeda, no se mueve y está apelmazada, es que tiene líquido atascado. Por el contrario, si el suelo está seco y no todas las hojas tienen el mismo tono, puede que necesite más riego.
Problemas de iluminación
Un requisito esencial para que el vegetal pueda hacer la fotosíntesis, es la luz solar. Si lo tienes colocado en un rincón demasiado sombreado para su especie, notarás cómo las hojas que están en esa zona más oscura van adquiriendo un color amarillo casi pálido. Pero, el exceso de luz, también puede ser perjudicial.
Falta de hierro
Si el sustrato donde está sembrada la planta tiene un PH incompatible con sus necesidades, la absorción de hierro se verá afectada y se dará la clorosis férrica. al revisar la hoja, te percatarás de que está amarilla, pero que su nervadura (distribución de los nervios que componen su tejido vascular) permanecerá verde.
Falta de nitrógeno
Hay tres compuestos principales que las plantas absorben para sintetizar su sustento: fósforo, potasio y nitrógeno. Este último potencia el color verde y contribuye al crecimiento. Por ello, ante una falta de este elemento enseguida notaremos que las hojas van perdiendo su color verdoso.
Plagas
Ese tono amarillento también puede ser una reacción a una plaga de gusanos que se adhieren a las raíces e interrumpe el transporte de nutrientes.
Cómo solucionar el problema de las hojas amarillas de las plantas
Si el problema es de riego
Revisa los patrones de riego para averiguar si lo estás haciendo de más o de menos. En caso de que ninguna de las dos cosas parezca ser la causa, échale un vistazo al sustrato y añade gravilla en el fondo de la maceta para facilitar el drenaje.
Si el problema es de iluminación
Las plantas que requieren de mucha luz solar no pueden colocarse en una zona sombría y viceversa.
Si el problema es clorosis férrica
Habrá que equilibrar el sustrato adquiriendo quelato de hierro o buscan un abono para aquellos vegetales que necesiten un PH más ácido.
Si es un déficit de nitrógeno u otros nutrientes
Un abono específico o pastillas de nitrógeno bastarán para reponer los nutrientes que reclama el sustrato.