En España, muchos niños y niñas esperan con ansias la llegada de la Navidad: fiestas, regalos, familia y vacaciones. Una combinación perfecta, que además puede endulzarse con alguno de los típicos dulces navideños, como los bombones y los polvorones. Además, otro de los elementos ‘navideños’ que muchos niños esperan tener en sus casas es el calendario de adviento.
Esta particular cuenta atrás hasta la Navidad, en la que cada día puede abrirse un pequeño cajón en el que suele esperar una chocolatina, es también una tradición seguida en muchos países, incluido España. Sin embargo, en otros puede no ser tan popular, o incluso, como ha ocurrido en Francia en los últimos días, motivo de polémica.
Un elemento religioso convertido en tradición
Los hechos, contados en diferentes medios del país, se desencadenaron a partir de un correo electrónico publicado por el periódico UNION el pasado sábado 30 de noviembre. “Ningún estudiante debería encontrarse un calendario de Adviento en el entorno escolar”. Provenía de la Inspección Nacional de Educación y había sido enviado a la dirección de las escuelas de la localidad de Aisne.
Era a estas a las que se les recordaba “que el Adviento es un periodo religioso: en el marco de la neutralidad impuesta por el laicismo, valor cardinal de la República, invito a recordar a los maestros de la escuela que usted ordena que ningún estudiante debe encontrarse un calendario de Adviento”. Al conocerse, estalló la polémica, y numerosas voces de Francia saltaron para responder las palabras de Inspección mostrando su contrariedad con esta prohibición.
De hecho, tal y como informa la agencia AFP, desde la institución se aseguró que el informe de Inspección se trataba de “una iniciativa individual y aislada de un inspector de distrito de Aisne, que no había sido validada ni por el rectorada ni por otra autoridad”.
Se utiliza como herramienta educativa
“El calendario de Adviento se ha convertido en parte de nuestros hábitos, en la sociedad incluso tiene un giro muy comercial”, protestaba en una carta dirigida a la ministra el senador por la zona Pierre-Jean Verzelen. Verzelen añadía a esto que en las escuelas el calendario puede ser una herramienta educativa, al permitir trabajar “la gramática, las matemáticas o el inglés y, por qué no, también comprender la historia de una religión que forma parte de la cultura general”.
No fue el único en mostrar su contrariedad, puesto que incluso Anne Genetet, ministra de Educación Nacional, aseguró sentirse indignado por el hecho de que ataquen “una tradición popular” para la que “basta ir al supermercado” y encontrársela. Como Verzelen, consideró que los calendarios de adviento, pese al carácter “litúrgico”, “se han convertido en objetos sociales y educativos”, así como en “herramientas didácticas útiles”. De este modo, terminó insistiendo en la idea de que puede ser compatible con una nación laica “siempre que no transmitan ningún contenido religioso”.