El Ejército del Aire y del Espacio no quiere que su flota de aviones de combate esté compuesta únicamente por Eurofighter y, pese al proceso de sustitución de sus F-18 por nuevas unidades del modelo europeo, pretende seguir contando con dos tipos aeronaves de ataque de cara a los próximos años. “Siempre hemos tenido dos flotas de cazas”, ha recordado el jefe de la fuerza aérea española, general del aire Francisco Braco Carbó. “Porque si se detecta una falla estructural en una de ellas, necesitamos otro avión para seguir volando”, ha explicado Braco este marte en un encuentro con periodistas.
Al respecto, el líder del Ejército del Aire ha señalado que, junto al Ministerio de Defensa, se continúa buscando la alternativa “ideal” para España y ha apuntado a 2035 como el año en el que tendría que llegar la nueva aeronave. Braco, quien tomó las riendas de la fuerza el pasado julio, tampoco ha escurrido el bulto sobre el elefante en la habitación: que el avión que haga tándem con el Eurofighter no sea otro que el F-35, modelo al que se señala como una de las mejores alternativas, especialmente porque es también la aeronave que desea la Armada.
No obstante, el militar ha resaltado que existen más posibilidades en el mercado más allá del caza de fabricación estadounidense. “¿Es que no hay nada más aparte del F-35? ¿Es que Francia no está construyendo aviones? ¿A caso Corea y Suecia no están construyendo aviones? Hay más opciones, pero hay que ver cuál es la opción ideal”, ha asegurado el jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire y del Espacio.
En este sentido, Braco también ha recordado que el objetivo de Defensa, que él comparte " a pies puntillas”, es “invertir, que no gastar, en industria nacional”, por lo que toda compra militar de envergadura debiera tener un retorno industrial que, en lo posible, pudiera traducirse en la generación local de empleo. Esta prioridad de la cartera de Margarita Robles es, justamente, la que no termina de encajar en una posible adquisición del F-35 diseñado por Estados Unidos, país muy celoso de su tecnología y que no estaría dispuesto a compartir sus secretos con otros países.
Programa Halcón II
La posibilidad de que España se sumara a la lista de clientes de la aeronave que fabrica la empresa Lockheed Martin siempre ha estado sobre la mesa, pero comenzó a cobrar mayor fuerza en los últimos dos años, con los Harrier de la Armada cada vez más próximos al fin de su vida útil, a finales de esta década. Lo cierto es que el F-35, en su versión B, es el único en el mercado con capacidad de despegue y aterrizaje vertical, una característica fundamental que deben tener los aviones de la fuerza naval para hacer viable su despliegue desde el portaaviones Juan Carlos I.
A finales de 2022, Defensa dividió en dos programas distintos la renovación de la flota de 60 cazas F-18 que el Ejército del Aire posee entre las bases de Torrejón de Ardoz (Madrid) y Zaragoza. Por un lado, el proyecto Halcón II por 25 Eurofighter, valorado en 4.500 millones de euros, y, por otro, un nuevo programa en el que se incluye también el sustituto de los Harrier, con un presupuesto de 6.250 millones.
El hecho de separar en dos programas el reemplazo de los F-18 de la península y, en uno de ellos, incluir también el de los cazas de la Armada no hizo otra cosa que disparar aún más los rumores sobre la compra de la aeronave estadounidense. De esta manera, la compra del F-35 no estaría destinada sólo a la fuerza naval española sino también al Ejército del Aire, algo positivo para los expertos que -al igual que ha hecho Braco este martes- señalan que ninguna fuerza aérea debe basar en un único modelo de caza su flota de combate.