La inquilina que hace vivir un infierno a sus vecinos: “Hace sus necesidades en sus manos antes de tirarlas a la puerta”

Muchos inquilinos han decidido abandonar el edificio ante la falta de soluciones que llega desde las administraciones y entidades responsables

Una mujer mayor con demencia. (Shutterstock)

Si a tu vecino quieres mal, métele las cabras en el olivar. Un conocido refrán español para decir algo tan sencillo como, por desgracia, inevitable: ¡Qué difícil es llevarse bien con los vecinos! Pero lo que a menudo suelen ser meros problemas de convivencia que no van más allá de las rencillas vecinales, en ocasiones puede convertirse en un verdadero infierno para los residentes de un determinado edificio.

Así es como los describen quienes habitan un edificio en la ciudad de Niza, en Francia, cuyo caso se ha conocido en todo el país y ha dado mucho de que hablar. Se trata de un caso, además, realmente complicado, puesto que la protagonista es una mujer que sufre graves problemas psicológicos, hasta el punto de encontrarse bajo tutela por tratarse de una persona dependiente. La falta de una asistencia más efectiva es, precisamente, lo que conlleva que esta mujer no solo viva en condiciones deplorables, sino que además ha empeorado sustancialmente la calidad de vida de quienes viven cerca de ella.

No logran encontrar la manera de resolverlo

“Mis hijos cuando vuelven del colegio ya la han visto varias veces completamente desnuda con la puerta abierta”, explica uno de los vecinos en declaraciones recogidas por el canal de televisión BFM TV. “El olor es insoportable, nuestro apartamento está inundado de cucarachas porque la basura se acumula detrás de nuestra puerta”, cuenta otro, que también añade que “cuando está en estado de demencia, abre el cubo de basura de nuestro pasillo y hace sus necesidades en las manos antes de tirarlas delante de la puerta”.

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El dueño del apartamento en el que vive la mujer también ha sido entrevistado por los medios franceses. “A menudo encontraba orina en el ascensor, o un montón de comida tirada desde el segundo piso hasta las escaleras y debajo de ellas”. Preguntado por si había intentado contactar con la administración o las autoridades para tratar de acabar con el problema, él afirmó “haber contactado con todos: prefecto, fiscal, juez de tutela, ARS (Agencias Regionales de Salud). Todos dicen que no pueden hacer nada”.

Tampoco la asociación que garantiza su alojamiento en el piso puede hacer nada por ellos. Al ser alertados, respondieron que la entidad carecía de una alternativa permanente para realojar a la mujer, lo que ha supuesto un nuevo obstáculo para que la situación mejore. Lo único que se ha logrado hasta ahora es que los servicios de limpieza municipales acudan al edificio dos veces en semana para limpiarlo, algo que no ha sido suficiente para aliviar el tormento que los vecinos de allí están viviendo. Algunos de ellos, incluso, han optado por acabar marchándose de allí e instalarse en otra parte hasta que el problema se resuelva.

Pilar Pérez, de 78 años, vive sola en el barrio madrileño de Chamberí. Un desprendimiento de retina le hizo perder la visión hace muchos años y eso redujo su movilidad y sus opciones de ocio. Lejos de resignarse a quedarse sola en casa, acudió a la Fundación Grandes Amigos que, desde 2003, desarrolla programas de acompañamiento afectivo y socialización
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