La historia de Tom Félix, el joven al que podrían condenar a pena de muerte en Malasia porque su compañero de habitación consumía cannabis

El país derogó la pena de muerte obligatoria para delitos graves, pero un juez aún podría tomar la decisión de acabar con la vida del joven

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Rejas de la valla exterior de una cárcel. (Freepik)
Rejas de la valla exterior de una cárcel. (Freepik)

Tanto en España como en el resto de países de la Unión Europea, la pena de muerte es algo completamente desechado, lo cual queda ratificado en el Protocolo número 13 del Convenio Europeo de los Derechos Humanos, en vigor desde 2003. Sin embargo, lo cierto es que esta condena sigue estando vigente en casi la mitad de los países del mundo: 87.

Uno de estos países es Malasia, el lugar en el que Tom Félix lleva encarcelado más de un año por un crimen que ni siquiera cometió. En 2023, la policía entró en su apartamento y encontró varios cientos de gramos de cannabis, por lo que fue detenido. Sin embargo, esta droga no le pertenecía a él, sino a su compañero de habitación, el cual llegó incluso a confesárselo a la policía malasia, sin que por ello soltaran a Tom.

Una tortura psicológica

“En prisión lo golpearon”, cuenta su madre Sylvie a la cadena de radio France Bleu La Rochelle. “La mayor parte del tiempo lo encierran en una celda donde hay luces de neón encendidas las 24 horas del día, sin posibilidad de taparse los ojos para dormir”. Desde agosto del año pasado, cuando ingresó, ha tenido que enfrentar esta dura situación en la que tampoco tiene “acceso a una ducha, solo a un grifo con un hilo de agua”, ni a un sistema de ventilación.

Ella y su marido, Jean-Luc, trabajan como profesores en Singapur, por lo que mensualmente uno de los dos va a ver a su hijo a la cárcel, en un viaje que, por falta de vuelos directos, tarda 24 horas. Cuando llegan a la prisión, la conversación con Tom no puede durar más de 30 minutos. “Psicológicamente, no puede más”.

Podrían decidir acabar con su vida

No hay pruebas tampoco, en el expediente, que puedan explicar por qué siguen reteniendo a este empresario francés de 33 años, señalan los abogados de la familia. Sin embargo, cuentan con dos importantes desventajas: la primera es la lentitud del sistema judicial en el país, que entorpece cualquier cambio o modificación que quieran realizar. La segunda, que tal y como afirma el medio regional La Dépêche, Malasia las penas son especialmente duras con los extranjeros, lo que expondría a Tom incluso a la pena de muerte. Razón de más por la que la familia ha pedido al presidente Macron que intervenga.

Cabe recordar que en Malasia se derogó, en julio de 2023, las codenas a muerte obligatoria para delitos como narcotráfico, asesinato o terrorismo. Sin embargo, la pena capital puede aun ser aplicada si un juez lo considera oportuno. El juicio de Tom será en junio de 2025, como muy tarde, y deberá durar tres días. “Este chico, serio y sólido, tiene la cabeza sobre los hombros. Estoy convencido de su inocencia”, afirmó su abogado recientemente, en relación a lo dura que es su situación actualmente y al temor de que, en un futuro no muy lejano, pueda empeorar.

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