ERC celebra este sábado un Congreso Nacional muy reñido, en un momento en el que el partido está abierto en canal. Tras los continuos tropiezos electorales de la formación republicana, que salió de la Generalitat el pasado mes de agosto tras permitir la investidura del socialista Salvador Illa, el partido afronta una renovación de liderazgos en esta nueva etapa en la oposición.
Las condiciones que rodean este cónclave alejan la posibilidad de que se ponga fin a la guerra interna que lo precede. Y es que no existe un clima propenso para facilitar la unidad de las opciones políticas con aspiraciones a liderar ERC. Estas se aglutinan en torno a dos grandes candidaturas: Militància Decidim, que lidera liderada el desterrado Oriol Junqueras, y Nova Esquerra Nacional, representada por Xavier Godàs.
La última, vinculada al aparato del partido —cuenta con el apoyo del expresident de la Generalitat, Pere Aragonès, y la secretaria general, Marta Rovira—, augura con pescar en Foc Nou, la lista de Helena Solà, tercera en número de avales. Según resumen fuentes de la candidatura de Junqueras, que a priori parte con ventaja al cosechar más avales (2.577 avales), el congreso es un “todos contra Junqueras, un plebiscito sobre si Junqueras tiene que ser o no”.
Para entender una parte de la guerra que desde hace meses viene sacudiendo la formación republicana, estas voces reprochan la dilatación de la convocatoria del propio cónclave, que se hizo con seis meses de antelación. Tras el batacazo electoral del 12 de mayo, Junqueras dio un paso a un lado para “forzar lo antes posible” la necesaria renovación en el partido, aunque dejó clara su intención de volver a postularse para presidirlo.
Semanas después, más de 400 militantes firmaron un manifiesto pidiendo una “renovación general de la cúpula dirigente”, defendiendo las tesis de Marta Rovira sobre la urgencia de cambiar los rostros en la cúpula. Esta carta —que contó con la firma de la exvicepresidenta del Govern, Laura Vilagrà; la actual secretaria general adjunta, Marta Vilalta; o la portavoz del partido, Raquel Sans—, no desmotivó a Junqueras, el candidato con más opciones de ser reelegido como líder de ERC.
Reponerse tras los batacazos electorales
El líder de los republicanos ha estado en el dique seco político: a pesar de ser indultado en junio de 2021, el Supremo mantuvo la pena de inhabilitación de 13 años, por lo que no podría aspirar a ningún cargo público hasta 2031. En todo caso, está a la espera de que el Constitucional resuelva la no aplicación de la ley de amnistía al delito de malversación por el procés catalán.
A pesar de esta situación, desde la candidatura de Junqueras afean que el “aparato del partido” haya vinculado los malos resultados electorales a su liderazgo. Por ello, conciben el congreso extraordinario como una “sublevación” para “justificar” el batacazo electoral. En las elecciones catalanas, la formación bajó hasta la tercera posición y perdió 13 escaños (obtuvo 20 asientos en el Parlament de Cataluña).
De esta manera, para desligarse de las cifras obtenidas en los comicios autónomos, estas fuentes se escudan en que Junqueras desconocía el adelanto electoral por parte del entonces president, Pere Aragonès. “Es el máximo ejemplo de cómo se ha venido tejiendo todo esto”, apuntan estas voces. Previamente, los republicanos también habían perdido poder político tras las elecciones municipales y generales de 2023, también bajo el liderazgo de Junqueras. Estas fuentes lo achacan a la estrategia de “apartarle” que aplicó la otra parte de la dirección.
La duda que arroja la cita de este sábado es si Junqueras conseguirá tener más del 50% de los votos de la militancia, ya que Nova Esquerra, la segunda candidatura con más avales (1.500), agita la idea de resolver el liderazgo de ERC en segunda vuelta para “debilitar o contar públicamente que Junqueras está más débil”, añaden desde el entorno del principal candidato.
Esta lucha también alcanza al Congreso, donde el portavoz parlamentario, Gabriel Rufián, ha sido cuestionado dentro de su grupo, que cuenta con dos integrantes de la candidatura de Godàs. Frente a los cinco miembros afines a Junqueras, Teresa Jordà y Pilar Vallugera han servido de contrapeso, lastrando las negociaciones con el PSOE. Estas voces reconocen que si Junqueras gana, Rufián sale “reforzado”, así como su línea política, que es “crecer en lo social y negociar lo material”.
Si Junqueras revalida al frente de ERC, aparte de “abrazar” otras candidaturas —ofrece la posibilidad de incluir a sus miembros en la nueva cúpula—, tiene el objetivo de gestionar el pacto con el PSC para investir a Illa, con la financiación singular para Cataluña como piedra angular. Para el expresidente de ERC, el acuerdo es “mejorable”, ya que se fraguó cuando dio un paso a un lado, pero tiene claro que velará por su “cumplimiento”.
Las futuras relaciones de ERC con Salvador Illa (PSC) en Cataluña y Pedro Sánchez (PSOE) en Madrid, así como la unión con el brazo independentista, dependerán en buena medida del nuevo liderazgo de ERC, aunque la primera parada tras el congreso será recoser las heridas y atajar la división interna.