La desaparición de los pequeños comercios de las calles de ciudades y pueblos españoles se acelera. Este año echarán el cierre 5.000 tiendas, lo que equivale a una media de 14 al día y de 417 al mes, según calcula la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA). Estas liquidaciones son consecuencia de una guerra desigual para atraer clientes en la que las grandes cadenas tienen todas las de ganar al contar con armas más sofisticadas, como la tecnología y la digitalización, frente a las que esgrimen las tiendas de proximidad basadas en la cercanía y el trato humano a sus clientes.
Mantener vivos a los pequeños comercios no es fácil, afrontan la competencia de los centros comerciales, de las grandes cadenas multinacionales y de las plataformas de venta online que ganan terreno año a año en España. Se trata de una lucha de David contra Goliat, reconoce Pilar de Paz, que se vio obligada a cerrar su tienda de ropa tras la pandemia después de mantenerla abierta durante seis años en el Barrio de Salamanca de Madrid.
“Resistí lo que pude, pero después de la pandemia tuve que cerrar mi tienda. Los gastos me asfixiaban. Tenía que pagar la cuota a autónomos, impuestos, el alquiler del local, gastos generales de la tienda y no pude con todo. Además tenía que competir con el Corte Inglés y con todas las grandes tiendas del Barrio de Salamanca. Salí perdiendo y tuve que cerrar. Muchos meses apenas tenía beneficios, me salía lo comido por lo servido y no puede aguantar “.
Una lucha en solitario
Pilar de Paz reconoce que los pequeños comerciantes están solos en su lucha, lo que “es injusto cuando el país se mantiene gracias a ellos”. Se queja de que “no tienen subvenciones ni bonificaciones en la Seguridad Social, al contrario que las grandes empresas que les subvencionan casi por todo”.
Esta lucha descompensada hace que “cuando paseo por la calle veo cada vez más pequeños comercios de toda la vida que han ido cerrando porque no eran viables”, señala De Paz, que a sus 51 años trabaja como empleada por cuenta ajena en una tienda de ropa infantil y de ceremonias. Reconoce que ahora vive más tranquila, pero “me queda la espinita clavada de no haber podido continuar con mi negocio”.
Acabar con la competencia desleal
Si la gran competencia es uno de los principales problemas de los pequeños comerciantes, la cosa se agrava cuando se trata de competencia desleal “generada por las agresivas promociones comerciales como los ‘días sin IVA’ y las ‘liquidaciones de stock’”, apunta UPTA que, a su juicio, “favorecen a grandes superficies, cadenas y plataformas online, dejando al pequeño comercio sin margen de acción”.
Los propietarios de pequeñas tiendas de proximidad también salen perdiendo frente a los grandes establecimientos en épocas de elevado consumo con la actual, con el Black Friday y la Navidad a la vuelta de la esquina debido a que “los consumidores siguen prefiriendo hacer sus compras en las grandes superficies o plataformas online atraídos por descuentos mucho más atractivos que los que puede ofrecer un pequeño comercio con márgenes más ajustados”, argumentan desde la unión de profesionales.
Las mismas reglas para todos
A las ventajas de los grandes almacenes para vender a menor precio se suma la falta de regulación en el comercio online a nivel europeo, según UPTA, que “permite a empresas extranjeras vender productos en España sin aplicar impuestos o sin someterse a las mismas normativas que los comercios nacionales”.
Por ello solicitan una reglamentación uniforme que regule las ventas transnacionales y los impuestos correspondientes o la imposición de aranceles específicos a las empresas que venden en España a través de plataformas online, para asegurar “un nivel de competencia justo, por ello reclamamos una acción legislativa urgente que regule estas prácticas, protegiendo al pequeño comercio, especialmente en las zonas rurales y localidades pequeñas”.
Eduardo Abad, presidente de UPTA, reconoce que “estamos ante una auténtica selva comercial, donde solo sobreviven los más fuertes y el pequeño comercio no tiene ninguna posibilidad de competir”.
Incide en que “si no se pone remedio desde el punto de vista legislativo, con una normativa férrea que regule la venta online y proteja a los comercios locales, acabaremos con la vida comercial de los pueblos pequeños que están encaminados al empobrecimiento social de sus entornos”.
La España vaciada sufre las consecuencias
Donde más afecta el cierre de los comercios es en las pequeñas ciudades de la España vaciada, ya que el pequeño comercio ayuda a vertebrar estas localidades, ofreciendo empleo y servicios que dan vida a las áreas rurales constituyéndose como motor de desarrollo sostenible y cohesión social.
A juicio de Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos-ATA, “vemos un continuo declive del pequeño comercio y me preocupa, no tanto el de las ciudades, que también, sino el que se está cerrando en las poblaciones rurales y en las zonas despobladas. Me preocupa porque, al final, estamos evitando que esa España vaciada siga creciendo”.
Incide en que hace unos años había unos 800.000 autónomos del comercio y ahora hay 700.000. Considera que esta sangría se podría revertir si la administración ofrece incentivos fiscales, si se eliminan las trabas para ser autónomo, si se reducen las cotizaciones a la Seguridad Social y se ofrece más seguridad jurídica.