Después de diez meses de espera, este martes, 26 de noviembre, se hicieron públicos los retratos que la prestigiosa fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz hizo a los reyes Felipe VI y Letizia el pasado mes de febrero. Dos dípticos que pertenecen a la colección de retratos reales del Banco de España y que fueron llevados cabo tanto por el décimo aniversario de la proclamación del monarca, como por sus dos décadas de matrimonio.
Lejos del tradicional posado en conjunto que los padres de la princesa Leonor muestran en sus otras fotos oficiales, en estas estampas, que fueron tomadas por el objetivo de Leibovitz en las majestuosas estancias del Salón Gasparini del Palacio Real, ambos aparecen por separado. Y es que las dos instantáneas de gran dimensión fueron concebidas para exponerse siempre en conjunto. Si bien se trata de dos fotografías que generaron una gran expectación por parte del público, lo cierto es que un detalle que no pasó desapercibido ha sido el estilismo de Letizia.
Para esta ocasión tan especial, la madre de la infanta Sofía optó por lucir un vestido negro de gala espectacular cedido por la Fundación Antoni de Montpalau y un chal rojo, ambos de la firma de Cristóbal Balenciaga. No ha sido hasta ahora cuando han salido a la luz los secretos que guardan detrás estas dos piezas.
La historia detrás del ‘look’ de Letizia
Centrando la atención en el llamativo chal rojo, este ya fue lucido en la boda del rey Juan Carlos I y la reina Sofía. Para entender esta parte de la historia tenemos que remontarnos al año 1962, cuando todos los invitados al enlace esperaban con gran expectación el 14 de mayo. Entre ellos, la marquesa de Robert y condesa de Torroella de Montgrí, Carmen de Robert Giró-Cajigal, quien quiso sacar a relucir sus mejores galas para una ocasión tan especial e irrepetible.
Entonces, Carmen encargó a Cristóbal Balenciaga un traje a la altura. Así, diseñó un vestido color ivory y una gran capa roja, que ahora, 62 años después, ha lucido la reina Letizia. Josep Casamartina ha desvelado a Vanitatis que hace más de un año el palacio de la Zarzuela se puso en contacto con la fundación Antoni de Montpalau, que preside Casamartina y que cuenta con 19.000 vestidos en su fondo dedicado a la moda.
Desde el primer momento, Casa Real dejó claro que querían un Balenciaga. Así, escogieron dos piezas: un vestido negro que había sido propiedad de María Junyent, diseñado cerca de 1948, y el citado conjunto de vestido ivory y capa roja. No sabían para qué era y, aunque la fundación no suele dejar que los vestidos se usen, hicieron una excepción al tratarse de un pedido tan peculiar.
Tras las pruebas, el palacio de la Zarzuela devolvió el vestido ivory porque no coincidía con la talla de la reina Letizia, mientras que el vestido negro le iba como un guante. Así, la propietaria de la pieza elegida era Maria Junyent, hija de Sebastià Junyent, famoso pintor e ilustrador catalán. Las características del vestido que luce Letizia en las fotografías de Leibovitz muestran una pieza vintage de gala en color negro, que presenta un escote palabra de honor y un corte sirena, confeccionado en tul de seda plisado.