La Cañada Real de Madrid acumula ya 1.500 días sin suministro y encara ya su cuarto invierno. En este enclave, situado a apenas a 15 kilómetros del centro de Madrid, cerca de 4.500 personas, entre ellas más de mil niños viven sin luz, sin calefacción y, en definitiva, sin sus necesidades básicas cubiertas.
De acuerdo a una información de El País, el Comité Europeo de Derechos Sociales (que depende del Consejo de Europa) ha dado la razón a los residentes y acaba de resolver que España ha violado la Carta Social Europea “al permitir y no haber tomado medidas efectivas para que esa situación terminara cuanto antes”.
El fallo responde a la reclamación colectiva que el pasado 2 de marzo de 2022 presentaron cinco organizaciones de distintos países, entre ellas Plataforma Cívica Luz para Cañada. Según ha indicado el equipo jurídico del Centro de Asesoría y Estudios Sociales, que ha presentado la reclamación colectiva en Europa y que ahora celebra la decisión, “se declaran vulnerados los derechos humanos de los habitantes de la Cañada en aspectos como el acceso a una vivienda segura, el derecho a la salud, el derecho a la educación, a la protección a la familia, la protección contra la pobreza, la protección de las personas con discapacidad y la protección de la infancia”.
Desde que la empresa Naturgy llevó a cabo el corte del suministro eléctrico el pasado 2 de octubre de 2020 en los sectores V y VI, se han sucedido olas de calor extremo; inviernos con temperaturas bajo cero como en la llegada de la borrasca Filomena en 2021; y la pandemia del covid-19.
“Las noches de frío son insoportables”
En unas declaraciones recogidas por la Agencia EFE en enero, Samaritanka, vecina del sector VI, evidenció el pasado invierno que “las noches de frío son insoportables” e hizo especial hincapié en la situación de los niños y niñas de la Cañada, que “casi no van al cole” por el frío que hace al esperar “20 o 30 minutos” en la parada del bus escolar.
“[Los niños] están enfermos cada dos por tres, con bronquitis, pulmonía, del frío que hace. Todos los niños de aquí están igual”, aseguró Samaritanka. También afirmó que el Ayuntamiento “no quiere poner gravilla” en las calles, por lo que cada vez que llueve el suelo se embarra y los habitantes de la Cañada se manchan la ropa que después no pueden lavar por la falta de luz. Fátima, otra vecina del sector VI relató al diario Público que, ante la falta de luz, en su casa recurren a calentar la estufa con madera de muebles, lo que producía un olor indeseable por los tóxicos que desprende. Asimismo, los veranos se hacían insoportables por las altas temperaturas.
“Necesitamos ayuda. Que venga el Ayuntamiento, que nos ponga gravilla, que nos ayude. No somos animales, somos personas, somos humanos”, reclamó Samaritanka, volviendo a incidir en la situación de los más pequeños. La sentencia arroja un rayo de esperanza para los vecinos de Cañada, que encaran su cuarto invierno.