Al igual que derramar la sal o pasar por debajo de una escalera, en muchas creencias populares, la presencia de polillas en el hogar es sinónimo de mala suerte. Según estas supersticiones, mientras que las blancas simbolizan la pureza, las polillas marrones representan un presagio de desgracia o incluso de muerte, lo que le ha conferido un carácter bastante negativo a consecuencia de esta tradición cultural. Sin embargo, la entrada de estos insectos nocturnos en el hogar no supone realmente ningún augurio, sino que se debe a una serie de razones relacionadas con el propio estilo de vida de estos animales: la dieta, sus hábitos y su ciclo reproductivo.
Debemos tener en cuenta que las polillas, pertenecientes al orden Lepidoptera, como las mariposas, son insectos que incluyen una amplia variedad de formas, tamaños y colores. De hecho, se estima que existen alrededor de 160.000 especies distintas en el mundo, una cifra que varía por la continua clasificación y descubrimiento de nuevos tipos por parte de los científicos. Por esta razón, dependiendo de la especie que sea, puede entrar en nuestros hogares por causas diversas.
En primer lugar, es ampliamente conocida la atracción de las polillas por la luz. Este fenómeno se conoce como fototaxis positiva y consiste en que, cuando ven una fuente de luz, ya sea de una lámpara o cualquier otro aparato electrónico que puede permanecer encendido durante la noche, comienzan a volar en esa dirección. Sin embargo, este comportamiento, más que a una atracción se debe a la confusión, ya que cuentan con un sistema de navegación natural que depende de la luz de la luna; por ello, con la contaminación lumínica creciente y la gran abundancia de fuentes de luz artificial existentes, las polillas se sienten confundidas y entran en las viviendas.
Esta no es la única razón por la que uno de estos insectos puede introducirse por la ventana de nuestros hogares: cuando las condiciones climáticas son adversas o llega el frío el invierno, las polillas buscan en nuestros hogares un refugio para esperar a que pase el temporal o vuelva la primavera. Por ello, pueden aparecer en armarios, áticos y sótanos, lugares oscuros donde pueden esconderse durante el día.
También es ampliamente conocido el daño que las polillas pueden hacer en la ropa, sábanas o cortinas, razón por la que se han convertido en un intruso temible en nuestras casas. Las larvas de algunas de estas especies suelen alimentarse de tejidos naturales, como algodón o lana, o productos alimenticios conservados, como pasta, cereales y harina. Por ello, las despensas y los armarios se convierten en el escondite preferido de estos animales, ya que es ahí donde se encuentran las fuentes principales de alimentación que necesitarán sus crías.
Por esta razón, las polillas también pueden entrar en las casas por su ciclo reproductivo: es un refugio seguro y hay abundancia de alimento, por lo que resultan ser entornos perfectos para que las larvas crezcan correctamente. De esta manera, las polillas hembras depositan sus huevos en telas, alfombras o alimentos almacenados para que, una vez las crías salgan, puedan acceder fácilmente a su fuente de nutrición necesaria. En algunas especies también es frecuente encontrarlos en las plantas de nuestra casa o del alféizar de la ventana. Esto puede resultar catastrófico, ya que podemos sufrir en poco tiempo una plaga en casa.
Cómo ahuyentar las polillas en casa
Para prevenir la aparición de polillas, es crucial mantener una rutina de lavado regular de la ropa antes de guardarla en el armario, ya que la suciedad atrae a estos insectos. Además, cuando ya observamos los signos de la presencia de estos animales en nuestros tejidos, es importante deshacerse de las prendas que ya presentan daños visibles y evitar rascar las prendas que han sido atacadas por polillas, ya que esto facilita la expansión de las larvas.
En el mercado, existen diversos productos antipolillas que se pueden colocar dentro de los armarios o colgar de una barra del perchero: algunos de estos productos contienen sustancias insecticidas, mientras que otros funcionan gracias a su olor. Sin embargo, se aconseja optar por repelentes naturales, ya que algunos compuestos químicos pueden ser nocivos y representar un peligro para los niños pequeños.
- La lavanda seca es conocida por su gran capacidad para repeler a estos insectos.
- El eucalipto es uno de los métodos más eficaces para combatirlos.
- Otras especies aromáticas también pueden servir: laurel, tomillo, romero y clavos de olor.
- Pieles de frutas cítricas como limones, naranjas y pomelos.
- El aceite de cedro, que existe en pulverizadores para facilitar su aplicación, también es útil.