Qué significa que una persona hable demasiado rápido, según la psicología

El origen de este tipo de habla puede deberse a múltiples factores

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Dos personas hablando. (Adobe Stock)
Dos personas hablando. (Adobe Stock)

La sociedad de hoy en día se caracteriza por ir siempre con prisa, estar acelerada, agitada y a menudo, estresada. Algo que, en muchas ocasiones, también se extrapola al habla. Cada persona tiene una manera muy particular de hablar. Sin embargo, aquellas que lo hacen demasiado rápido, no consiguen transmitir el mensaje de manera efectiva. Asimismo, generan en el emisor cierta sensación de estrés y confusión y una mayor dificultad a la hora de entender lo que le están diciendo.

Hablar rápido no está siempre relacionado con un trastorno psicológico. Tal y como explica la psicóloga Valeria Sabater en la revista La mente es maravillosa, puede darse por un problema del habla como la taquilalia, que define a aquellos que tienen un discurso veloz, con atropellamiento de las palabras y con pausas o repeticiones que complican aún más el flujo de la conversación. Este desorden se debe en muchos casos a la ansiedad y a estresores en los contextos próximos, algo que suele comenzar durante la infancia.

Qué ocurre si hablamos rápido

Hablar rápido no es un sinónimo de hablar con fluidez. Además, quien se comunica de esta manera, no otorga a sus interlocutores el tiempo necesario para digerir toda la información que se transmite. Un ejemplo claro es cuando en Aquí no hay quien viva, Marisa y Vicenta deciden instalar una alarma. El señor que se lo instala enumera las características a tal velocidad que ninguna de las dos consigue quedarse con la información. De ahí esa conversación tan popular entre ambas:

— Yo no he entendido nada. Vicenta, ¿Tú has entendido algo?

— Regular.

Lo que nos demuestra que un diálogo apresurado impide que el oyente capte el mensaje. Las personas que hablan rápido, por lo general, suelen tener:

  • Alteraciones en el tono de voz: pudiendo alzar la voz o al rato, hacer un uso de un tono más bajo que dificulta la comprensión.
  • Errores al pronunciar determinadas palabras.
  • Uso de rellenos en su discurso (ah, em...) así como repeticiones (es decir, quiero decir, así que...).
  • Problemas en la transmisión del mensaje: el tema central que se quiere comunicar, pasa desapercibido, además, el oyente le da menos valor y experimenta cierto estrés.

Causas de este tipo de comunicación

Vampiros energéticos (Imagen Ilustrativa Infobae)
Vampiros energéticos (Imagen Ilustrativa Infobae)

El origen de este tipo de habla no es algo multidimensional, es decir, las causas se pueden deber a diversos factores, acorde a Sabater:

  • Condicionamiento desde la infancia: hay algunos niños que se sienten presionados desde pequeños a hablar de esta manera. Tener hermanos muy traviesos o incluso unos padres que también conversan así, suele definir este estilo comunicativo.
  • Una personalidad extrovertida: un perfil donde se suele pensar mientras se habla, donde prima la impulsividad, las ideas atropelladas y una manera de expresarse sin filtro.
  • Una mente acelerada: llevar una rutina acelerada marcada por las prisas, la ansiedad y la presión, hace que terminemos comunicándonos de manera nerviosa.

Consejos para reducir la velocidad del habla

Todos deseamos comunicarnos de forma efectiva. Hablar con claridad implica transmitir el mensaje de manera adecuada, accesible e incluso cautivadora. Por el contrario, quien lo hace de forma apresurada puede generar ansiedad o dificultar la comprensión en los demás. Además, esa prisa podría llevarlo, casi por inercia, a revelar pensamientos que preferiría mantener en privado.

Las personas que hablan rápido deberían aprender no solo a reducir la velocidad de su discurso, sino también a desarrollar un pensamiento más reflexivo y menos impulsivo. Esto les permitirá ganar confianza y autocontrol en su comunicación. Estas son algunas claves para intentar comunicarse de manera más calmada:

  • Gestión emocional: hablar rápido suele estar influido por emociones como la ansiedad, derivada del estilo de vida. No basta con reducir el ritmo; es fundamental manejar la ansiedad, el estrés y la impulsividad mediante técnicas como la meditación o terapia emocional.
  • Control de la respiración: métodos como la respiración profunda o la relajación progresiva ayudan a generar calma interna, mejorando así el ritmo al comunicarse.
  • Pensar como el oyente: mientras hablas, haz pausas para reflexionar si tu mensaje está siendo entendido. Usa estos momentos para respirar y recordar que hablar despacio facilita una comunicación más efectiva.
  • Regular la velocidad al hablar: si notas que estás hablando demasiado rápido, detente o disminuye la velocidad.
  • Introducir pausas adecuadas: las pausas son esenciales para estructurar el discurso, especialmente entre oraciones, después de información importante o al cambiar de tema.
  • Pronunciar con claridad: hablar rápido puede hacer que las palabras se mezclen y dificulten la comprensión. Dedica tiempo a practicar la pronunciación y asegúrate de articular correctamente cada palabra.
  • Solicitar retroalimentación: informa a las personas de tu tendencia a hablar rápido y pídeles que te avisen si notan que aceleras demasiado, especialmente en momentos de nerviosismo.
  • Grabarse hablando: escucharte revelar errores en el ritmo o la claridad de tu discurso. Graba una conversación y analiza los momentos donde hablaste demasiado rápido.
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