Aunque ocupan apenas unas pocas hectáreas o kilómetros cuadrados, los países más pequeños del mundo han logrado diseñar economías únicas, aprovechando su geografía, historia y características políticas. Desde paraísos fiscales hasta destinos turísticos exclusivos o ingresos por dominios digitales, estos microestados muestran cómo el ingenio puede suplir la falta de extensión territorial. Estos estados, que a menudo tienen menos habitantes que una pequeña ciudad o incluso que un barrio de una gran urbe, enfrentan desafíos significativos derivados de su limitado espacio y recursos. Sin embargo, han demostrado que el ingenio, la especialización y una estrategia bien definida pueden convertir estas limitaciones en oportunidades.
Desde paraísos fiscales que atraen a grandes fortunas hasta destinos turísticos exclusivos que reciben a millones de visitantes cada año, estas naciones han diversificado sus economías para sostener a sus poblaciones y garantizar su viabilidad a largo plazo. Algunos, como Liechtenstein y Mónaco, han encontrado en el sector financiero y el lujo una fuente constante de prosperidad. Otros, como Tuvalu, han monetizado recursos inesperados, como la venta de su dominio de internet “.tv”. Sin embargo, no todo son historias de éxito. Países como Nauru, que alguna vez disfrutó de una economía próspera gracias a los fosfatos, se enfrentan hoy a las consecuencias de la sobreexplotación de sus recursos.
Ciudad del Vaticano (0,44 km²)
El país más pequeño del mundo no solo es el centro espiritual de más de 1.300 millones de católicos, sino también una economía sostenida por una combinación de actividades religiosas, culturales y financieras. El Vaticano genera ingresos significativos a través de la venta de entradas a los Museos Vaticanos, con más de 5 millones de visitantes anuales, así como la comercialización de sellos postales, monedas y souvenirs.
Además, el Óbolo de San Pedro, las contribuciones voluntarias de los fieles, representó 47 millones de euros en 2022. La gestión de propiedades inmobiliarias en Roma y otros lugares aporta millones adicionales, consolidando su economía en un modelo único de autogestión y sostenibilidad.
Mónaco (2,02 km²)
El principado es sinónimo de lujo y exclusividad. Con un PIB estimado en 7.230 millones de euros en 2023, y un PIB per cápita superior a 180.000 euros, Mónaco lidera los rankings de prosperidad económica. Su economía se centra en el turismo de lujo, con eventos o lugares como el Gran Premio de Fórmula 1, el Masters 1000 de la ATP o el Casino de Montecarlo, que atraen a visitantes de alto poder adquisitivo de todo el mundo.
El sector financiero es otro pilar clave: más de 30 bancos operan en su territorio gestionando activos valorados en 116.000 millones de euros. Además, la ausencia de impuestos sobre la renta ha convertido al principado en un refugio fiscal para residentes adinerados, aumentando la inversión en bienes raíces y proyectos de alto valor.
Nauru (21 km²)
La economía de Nauru, con una población de unos 10.000 habitantes, pasó de la abundancia al colapso. Durante el siglo XX, la extracción de fosfatos convirtió a este atolón en una de las naciones más ricas del mundo per cápita. Sin embargo, la sobreexplotación agotó las reservas en los años 90, lo que sumió al país en una grave crisis económica.
Hoy, Nauru depende de la ayuda internacional, que en 2022 ascendió a 21 millones de dólares, principalmente desde Australia. Además, genera ingresos mediante acuerdos como el establecimiento de centros de detención de inmigrantes gestionados por el Gobierno australiano.
Tuvalu (26 km²)
Este pequeño archipiélago del Pacífico, con apenas 11.000 habitantes, enfrenta desafíos económicos derivados de su aislamiento geográfico y vulnerabilidad climática. Sin embargo, ha encontrado una fuente inusual de ingresos: la venta de su dominio de internet “.tv”. Este recurso generó cerca de 7 millones de dólares en 2023, representando aproximadamente el 14 % de su PIB, estimado en 50 millones de dólares.
El Fondo Fiduciario de Tuvalu, establecido en 1987 con contribuciones internacionales, también ha sido clave para su estabilidad económica, permitiendo la financiación de proyectos locales.
San Marino (61 km²)
Con 1.400 millones de dólares de PIB en 2022 y una población de 34.000 habitantes, San Marino combina historia y economía moderna. Rodeado por Italia, su economía depende del turismo, que aporta cerca del 20 % del PIB gracias a los más de 2 millones de visitantes anuales atraídos por su arquitectura medieval y sus eventos culturales.
San Marino también es conocido por su manufactura de cerámica, textiles y productos agrícolas, así como por sus ventajas fiscales que han convertido al país en un destino atractivo para inversores.
Liechtenstein (160 km²)
Con una economía diversificada, Liechtenstein es un ejemplo de éxito entre los microestados. Su PIB asciende a 7.600 millones de dólares, con un PIB per cápita de 143.000 dólares, uno de los más altos del mundo. Más del 40 % de su economía depende de la manufactura de alta tecnología, con exportaciones que incluyen maquinaria, instrumentos médicos y dentales.
El sector financiero es otro pilar importante, contribuyendo con el 30 % del PIB. El país se ha beneficiado de leyes bancarias favorables, convirtiéndose en un destino para la gestión de activos globales.
Islas Marshall (181 km²)
Con una población de 75.000 habitantes, la economía de las Islas Marshall depende de la pesca y la ayuda financiera de Estados Unidos, que aportó más de 65 millones de dólares en 2022 mediante el Tratado de Libre Asociación. La venta de licencias de pesca a flotas extranjeras y la exportación de atún son otras fuentes de ingresos clave.
No obstante, el cambio climático y la subida del nivel del mar representan un desafío crítico para su futuro económico y social.
San Cristóbal y Nieves (261 km²)
Este país caribeño combina el turismo y la inversión extranjera como motores económicos. Su PIB ronda los 1.000 millones de dólares, con el turismo aportando más del 50 %. Su programa de ciudadanía por inversión, que otorga pasaportes a cambio de inversiones significativas, ha generado cientos de millones de dólares desde los años 80, impulsando proyectos de infraestructura y desarrollo.