La experiencia de mudarse a otro país puede ser tanto enriquecedora como desafiante. Por un lado, la migración ofrece la oportunidad de adaptarse a nuevas costumbres, explorar diferentes tradiciones y ampliar perspectivas. Sin embargo, el cambio también implica enfrentarse a una cultura totalmente diferente. Algo tan simple como los horarios de las comidas, el ritmo de vida y la forma de interactuar con los demás pueden resultar extraños al principio.
Las expectativas en el ámbito laboral y social también pueden ser diferentes, lo que genera sentimientos de incertidumbre y, en ocasiones, aislamiento. Además, la nostalgia por la familia y las raíces culturales que se dejan atrás se mezcla con el esfuerzo de integrarse a un entorno que puede sentirse ajeno.
No obstante, una de las dificultades más duras para algunos migrantes de Latinoamérica es lidiar con actitudes racistas o despectivas. En ciertos contextos, los comentarios prejuiciosos hacia su acento, apariencia o nacionalidad pueden generar un impacto emocional profundo, minando su autoestima y reforzando la sensación de ser tratado como un “otro”. Aunque España es un país diverso, estereotipos negativos hacia los migrantes latinoamericanos persisten en ciertos sectores, lo que a menudo se traduce en microagresiones o discriminación abierta.
“La primera vez que me dijeron esto me quería morir”
Andrea Cespedes es una chica peruana residente en España que comparte en redes sociales vídeos sobre su día a día, los destinos a los que acude o su rutina facial. Sin embargo, la publicación que se ha vuelto viral, nada tiene que ver con esto, en ella explica los comentarios o actitudes a las que se ha tenido que enfrentar desde que se mudó a nuestro país.
“Esto es muy gracioso porque siempre que me preguntan de dónde soy digo que soy de Perú me dicen: ‘ándale wey’”, comenta. “La primera vez que me dijeron esto me quería morir, pero es algo que lo dicen: ‘Panchita’, esta palabra se usa mucho de forma racista”, cuenta, ahora, con una risa. Aunque asegura que ya se lo toma “a broma”.
Otro de los comentarios que le hacen con asiduidad es que no parece peruana. “Es que acá se piensan que si eres de Latinoamérica no puede ser blanca, básicamente que allá tenemos todos un color oscuro y que somos, no sé, como los incas”, apunta.
“Siempre me preguntan que por qué comemos palomas”
Aunque, sin duda, hay una cuestión que supera a las demás. “Siempre me preguntan que por qué comemos palomas, yo no sé quién se habrá inventado eso, pero yo nunca he comido paloma”, aclara. Por si acaso, apunta que tampoco andan en llamas ni se las comen. También recuerda que una señora “súper despectiva” se refirió a ella una vez como “sudaca” y confiesa que era una de sus “peores pesadillas” antes de aterrizar aquí, que le llamaran eso y “panchita”. “Ya por último siempre me dicen que les encantan las series y las películas de narcos”, espeta y clarifica a aquellas personas que están llenas de estereotipos que “no todo el mundo vende droga en Latinoamérica”.