El ritmo de vida en occidente es cada vez mayor. De jornada de ocho horas en jornada de ocho horas se hace una semana, y de semana en semana pasa un mes, y mes a mes... Es fácil que uno se olvide de que existe más allá de sus funciones “productivas”, convirtiéndose inevitablemente en una sombra de su “yo” real, con su voluntad y sus deseos sumergidos hasta la asfixia bajo capas y capas de responsabilidades y abstracciones necesarias para funcionar en la sociedad moderna.
Un momento es suficiente para romper la “ilusión”. Cuando uno vive como si estuviese soñando, despertarse de repente es un duro golpe, tan duro que puede romper todos los esquemas que se hayan construido para proteger su propia salud y asegurar su supervivencia. En ese momento uno adquiere consciencia, quizás por primera vez, de lo limitado que se encuentra en su contexto, que suprime por completo cualquier otra alternativa de existencia, y nace una pregunta: ¿cuál es el mundo real?
La nueva vida de Anders Boisen: una casita autosuficiente y alejada de todo
Algo así experimentó Anders Boisen. El desarrollador urbano danés vivía una vida cómoda dentro de los estándares occidentales. Compartía con su expareja un apartamento de dos habitaciones hasta que se dio cuenta, según compartió con CNBC, de lo atrapado que se sentía por su estilo de vida y las expectativas a las que la sociedad somete a las personas en cuanto a cómo “tiene que ser” la vida a sus 36 años: “Tenía una sensación de claustrofobia viviendo en mi apartamento, no tanto por el espacio sino por el modo de vida que parecía predefinido”.
Fue entonces cuando Boisen se encontró con un canal de YouTube sobre personas que vivían en pequeñas casas y casi totalmente separados del resto del mundo: “Pensé que era algo muy inspirador, y me abrió los ojos a una nueva posibilidad en la que podría vivir con mayor libertad económica y de forma relativamente sostenible”, cuenta, añadiendo que “si conseguía construir una casa autónoma e independiente y en conexión con la naturaleza, quizás podría aprender a encontrar un mejor sentido a la vida a nivel filosófico”.
Así, Anders abandonó su apartamento y se mudó a una caseta de jardín, donde decidió comenzar a construir la suya propia. En 2018, empezó con su proyecto, construyendo una cabaña móvil hasta que se la robaron unos meses más tarde. Según cuenta, “estuvo en todos los telediarios en Dinamarca, pero nunca la llegamos a encontrar”. No se rindió, sin embargo: en la primavera de 2020 acabó de levantar su pequeña casa, después de haber trabajado en su construcción durante 8 meses. Según cuenta, la mayoría del trabajo lo hizo él, y calcula que se debió gastar un total de 80.000 a 90.000 coronas danesas o de unos 10.000 a 12.000 euros.
Su nuevo hogar es pequeño, pero suficiente: mide unos seis metros y medio de largo y unos dos metros y medio de ancho. Para acabar su proyecto, Anders renunció a su puesto de trabajo y se dedicó a la construcción de su refugio a tiempo completo. Según cuenta, se dio cuenta de “lo personalizada que estaba esta casa por haberla construido en su mayoría por mi cuenta, así que está plagada de recuerdos y decisiones”. Aun así, también recuerda con gratitud a todas aquellas personas que le ayudaron, o bien en la propia construcción o a través del grupo de Facebook en el que compartía su proceso y recibía consejos.
Desde entonces, y hasta nuevo aviso, Anders vive en su pequeña casa, compartiendo sus experiencias en su propio canal de YouTube y, ocasionalmente, dando charlas sobre vivir de forma independiente y en la naturaleza. Según cuenta, su hogar es “autosuficiente en cuanto a agua, electricidad, y calor”: su diseño incluye un sistema de filtración del agua de lluvia, paneles solares, y baterías. Podría decirse, entonces, que Anders tuvo mucho éxito en su odisea: ya está diseñando su próxima casa, con la idea de poder formar una familia y mantenerla de forma autosuficiente.