El Gobierno negocia en Bruselas el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea. Su candidatura como número dos del próximo Ejecutivo comunitario vivía un momento dulce hasta la semana pasada, cuando el PP cumplió su misión de torpedearla en su examen ante el Parlamento Europeo. El pulso de los de Alberto Núñez Feijóo para dinamitar la elección de la todavía vicepresidenta cuarta se ha extendido hasta estos días, complicando la negociación y sumiendo en el desconcierto la conformación del Gobierno europeo bajo los parámetros acordados en julio por las tres principales familias políticas europeas (populares, socialdemócratas y liberales).
Esta situación, que el Ejecutivo español achaca a una “cortina de humo” del PP para tapar la cuestionada gestión de la DANA por parte del popular Carlos Mazón, ha obligado a Moncloa a mover ficha en las últimas horas. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha implicado en las negociaciones con la presidenta de la Comisión Europea y aspirante a revalidar el cargo, Ursula von der Leyen, perteneciente a la familia política de populares, para salvar la candidatura de Ribera.
Su nombramiento como vicepresidenta de Transición Limpia, Justa y Competitiva y la cartera de Competencia es una apuesta decidida del secretario general del PSOE, pero su posible fracaso, más allá de suponer un rapapolvo para el Gobierno, amenaza con poner en cuestión al presidente del Gobierno, que presume de su papel en el plano comunitario e internacional.
Todos estos elementos conducen al Ejecutivo a adoptar una decisión que, de producirse, sentaría un precedente: romper el cordón sanitario a la ultraderecha en Europa al abrirse a apoyar a Raffaele Fitto, el candidato en la comisión de la líder ultra italiana Giorgia Meloni, que se postula para ser el vicepresidente de Cohesión. Los socialistas europeos, agrupados en Socialistas&Demócratas, cuya portavoz es la española Iratxe García, se abren a apoyarla a cambio de salvar a Ribera.
El Gobierno no contempla cambiar su propuesta, a pesar de que el PP ha asegurado que votará en contra de cualquier propuesta que incluya a la ministra española. “Es la mejor vicepresidenta que p
odríamos tener en la Comisión Europea, cuyo reconocimiento a nivel europeo y mundial está fuera de toda duda”, defendió la ministra portavoz, Pilar Alegría, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Tanto Alegría como después el propio Pedro Sánchez se remitieron este martes al cumplimiento del acuerdo alcanzado en julio entre las tres familias políticas y piden al PP que de “explicaciones por su clara irresponsabilidad”, ya que con su rechazo a Ribera y con las declaraciones de sus dirigentes y portavoces están “zarandeando el verdadero corazón de Europa, la estabilidad de las instituciones, algo que no había ocurrido nunca”, dijo la ministra portavoz.
Asimismo, Sánchez recordó el objetivo de los socialistas era “construir un acuerdo entre las familias políticas paneuropeístas, moderado y centrado”, además de poder constituir un colegio de comisarios con los mejores representantes. Y ahí, “España lleva a una de sus mejores referentes”, añadió en una rueda de prensa desde Río de Janeiro para referirse a Ribera.
Sánchez quiere contar con un colegio de comisarios “cuanto antes”
Si bien, aunque el Gobierno evita ponerse en el escenario de tener que apoyar al candidato de la ultraderechista Meloni, son conscientes de que, llegados a este punto, están obligados a entrar por el aro. Más aún, ante la pretensión del PP de llevar su órdago hasta el final, a pesar de que haga saltar por los aires el Gobierno comunitario liderado por una integrante de su propia familia política.
En este sentido, el Ejecutivo ya no cierra la puerta a esta posibilidad. Y así lo evidenció Sánchez, justificando la eventual presencia de representantes de los Gobiernos ultras de Italia o Hungría en el futuro Ejecutivo comunitario. El líder del PSOE alegó que, en el marco de la conformación de un colegio de comisarios, “todos los países tienen derecho a un comisario, y eso no lo elijo yo, lo elige el Gobierno de cada país”.
Pero esta postura se aleja de lo defendido por los socialistas hasta hace muy poco. Antes de las elecciones europeas del pasado 9 de junio, Pedro Sánchez llamó a “frenar” a “la coalición reaccionaria” de PP y Vox, pidiendo la movilización para lograr una mayoría progresista y que “no retroceda Europa, sino la ultraderecha”. Después, tras el acuerdo alcanzado entre populares, socialdemócratas y liberales, el Ejecutivo defendió cerrar el paso a la ultraderecha.
Ahora, el Gobierno no aclara si aceptará a Fitto por Ribera en la Comisión, pero normaliza su posible presencia y no enfatiza en el cordón sanitario a la ultraderecha, como sí lo hace para referirse a sus pactos en España. Cabe destacar que, este mismo martes, Alegría volvió a defender la capacidad negociadora del Ejecutivo de coalición, excluyendo a los de Santiago Abascal: “El diálogo no se puede entender como debilidad. Es un ejercicio de responsabilidad y altura de miras llegar a acuerdos con quienes piensan diferente, a excepción de la ultraderecha de Vox”, insistió la ministra portavoz.