El 20 de noviembre de 2014 fallecía una de las aristócratas más importantes del siglo XX. María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y de Silva, conocida como Cayetana de Alba, dejaba este mundo que habitó como sintió, guiada por una libertad poco común en alguien con su carga nobiliaria.
Cuando se cumplen 10 años de la muerte de la duquesa de Alba, la politóloga y experta en realeza Ana Polo Alonso publica ‘Cayetana. Duquesa de Alba’ (La esfera de los libros), una biografía no autorizada que ensalza la figura de esa mujer fascinante cuya vida y legado son prácticamente inabarcables.
“Cuando empecé a investigar había tanta información que era imposible hacer una cosa de menos de 900 páginas”, confiesa la autora a Infobae España. En ese proceso previo a la escritura también percibió “que había dos Cayetanas”, siendo la muerte de su primer marido, Luis Martínez de Irujo, el punto de inflexión entre ambas.
Por este motivo, la escritora decidió centrarse en la vida de Cayetana hasta la muerte Luis, plasmando en el libro la infancia de la duquesa y “las contribuciones que ella hizo para intentar modernizar España y para que los Borbones regresasen a España como reyes”, así como la gran relevancia internacional que llegó a tener. “Los últimos años de su vida la habíamos encasillado mucho en este personaje de las revistas del corazón. En cambio, la Cayetana que vivió en los años 60 era una mujer fascinante, una de las mujeres más importantes y prestigiosas del mundo”, recalca Polo, que considera que “el corazón opacó todo el legado y todo el trabajo que ella había hecho como duquesa”.
Una infancia solitaria
La infancia de Cayetana de Alba fue “muy solitaria y tremendamente triste”. Su crianza estuvo marcada por las costumbres de la alta sociedad de la época y apenas veía a sus padres, siendo su abuela, su institutriz y sus mascotas su mayor compañía. “En sus memorias le dedicó más líneas a la muerte de su poni que a la de su madre”, recuerda Ana Polo.
Además, su vida estuvo marcada desde su nacimiento por la carga del apellido. “Su padre le dejó 500 años de legado. Eso marcó toda su vida, desde que nació. Para entenderlo, tienes que nacer siendo Alba”, dice la autora. Y reflexiona: “Muchas veces vemos a los aristócratas como privilegiados por vivir en palacios, pero yo creo que es una responsabilidad tremenda y a muy pocos nos gustaría tener que llevar una carga tan pesada”.
Al convertirse en madre, Cayetana repetiría con sus hijos muchos de los patrones que marcaron su relación con sus padres, algo por lo que se llegó a juzgar su papel como madre. Sin embargo, Ana Polo apunta que entonces “era lo normal”. “No creo que fuera una mala madre, quería mucho a sus hijos, pero en aquella época estaban marcados por las circunstancias”, añade.
Sus tres amores
Para la experta, Luis Martínez de Irujo fue para Cayetana “el gran amor de su vida”. “Fue el que más le aportó y el que más devotamente le sirvió. Ella se casó enamoradísima y creo que fue el mejor duque consorte de Alba”, agrega.
Así, el padre de sus hijos le aportaría “estabilidad” y “un punto de apoyo” en su vida como titular de la Casa de Alba, ayudándola a soportar el peso de esa herencia. Su muerte en 1972 supondría un gran golpe que marcaría su personalidad. “Cuando él muere, Cayetana pierde un poco las ganas de vivir y creo que no acabó de encontrar ese equilibrio que le había dado Luis. Con los años también se fue acentuando ese aire bohemio que ella siempre tuvo”.
Con la muerte del duque consorte, su viuda se sumiría en una profunda depresión y no sería hasta seis años después cuando recuperase la ilusión de la mano de Jesús Aguirre, un exsacerdote jesuita cuya boda con Cayetana supuso un auténtico escándalo. “Mi opinión de Jesús Aguirre no es excesivamente buena. (...) Se le subió el título a la cabeza”, desliza la biógrafa, que recuerda que se contaron todo tipo de leyendas sobre el carácter vanidoso y soberbio del duque, como que mandó a bordar el escudo de la Casa de Alba en su ropa interior.
En cuanto a Alfonso Díez, tercer marido y viudo de Cayetana de Alba, Polo Alonso asegura que “es una buena persona que le dio compañía en sus últimos años, que era lo que ella quería y necesitaba”. Así, su matrimonio con el funcionario supuso la última muestra del carácter indomable de una mujer que supo compaginar su libertad con el peso de su apellido. “Supo reinterpretar lo que significaba ser aristócrata en el siglo XX”, sentencia la escritora.
Ana Polo Alonso, politóloga y experta en liderazgo, es también autora de sendas biografías sobre la reina Isabel II de Inglaterra y la emperatriz Sissi, mujeres “fascinantes e irrepetibles” a las que, como a Cayetana, “les tocó vivir circunstancias que muy pocos desearíamos, pero las tres dieron un ejemplo de cómo vivir libremente, cómo asumir un legado, tirarlo adelante y convertirse en iconos”.