Roma está en el punto de mira por la gran subida de precios que no solo perjudican a los turistas, sino que también está empezando a desencadenar el malestar de los residentes del lugar. Como Paola, una madre que fue a comer al Bar Rosati, uno de las dos cafeterías más históricas con vistas a la Piazza del Popolo.
“¡Si esto no es un robo..., pobre Roma! ¡Qué tarjeta de visita más fea!”, han sido las declaraciones de Paola tras haber enviado una fotografía de la cuenta al periódico italiano FanPage. En ella se puede ver que la consumición total han sido dos bocadillos de jamón y queso y dos zumos. El total a pagar, una barbaridad: 52,36 euros.
Los hechos sucedieron el pasado martes 12 de noviembre, cuando Paola y su hijo regresaban del médico. El niño, de nueve años, le dijo a su madre que tenía hambre, por lo que la mujer decidió ir a la cafetería Rosati a comer un sándwich, ya que lo conocía por haber estado antes allí con su marido.
Tal vez, el precio de los bocatas, de los zumos y el servicio a mesa figuraban en la carta. Además, la cafetería Rosati lleva acogiendo a romanos y turistas desde 1922, por tanto, la cuenta solo puede ser alta. A pesar de ello, resulta impactante cobrar dicha cantidad por dos bocadillos (10 euros cada uno) y dos zumos (12 euros cada uno), más el servicio a mesa (8,36 euros).
Contestación de la cafetería
A causa de esta denuncia de Paola, el bar Rosati de Roma ha explicado que los precios se justifican por la localización del restaurante, pero no solo por eso: “Nuestro bar tiene 102 años de historia y estamos en el corazón de la ciudad”. Además, ha recalcado que el menú se encuentra visible en el exterior y en el interior, junto a la caja registradora y en cada mesa, donde los clientes pueden consultarla antes de entrar o bien sentados mientras deciden qué comer o beber.
“Los precios que cobramos son los mismos para todos sin distinción, tanto para clientes romanos como para turistas italianos o internacionales”, ha señalado el director, quien lleva trabajando en el bar desde hace 36 años.
“Está el coste del alquiler, el salario de los empleados y todos los demás gastos que tenemos que soportar para llevar a cabo el negocio. Sin considerar que ofrecemos productos de la más alta calidad a nuestros clientes”, ha seguido justificando el director.
“Las empresas pueden cobrar lo que quieran por sus productos que venden. Sin ningún límite. La única regla a observar es mostrar de forma clara y visible los precios de lo que se ofrece al público”, ha sentenciado el director.
Aumento de los precios en Roma
Por otro lado, la Unión Italiana del Trabajo (UIL) y la Confederación Italiana del Trabajo (CGIL) han denunciado el aumento importante de precios con vistas a los periodos festivos. “En las zonas turísticas, un café o una botella de agua han llegado a valer cuatro euros, un 300% más que el precio medio. Un aumento que afectará, no solo a los visitantes, sino también a los que viven, trabajan o estudian ahí”, han destacado los sindicatos.
Roma es la segunda ciudad más cara de Italia, por detrás de Bolzano (norte de Italia), según un estadio de la Unión Nacional de Consumidores. En un año, la partida de gastos que más aumentó en Roma es precisamente la que se refiere a los servicios del sector turístico (alojamiento y restauración), un 4,6%.
“El aumento de los precios de este sector está determinado por la demanda. Si los precios suben así en octubre, imaginamos que la situación podría empeorar durante el periodo festivo o vacacional”, ha explicado Mauro Antonelli, portavoz de la Unión Nacional de Consumidores.