Cada vez son más las personas que toman la decisión de viajar a otros países para someterse a algún tratamiento o atención médica. Este procedimiento, que se conoce como turismo de salud o turismo médico cuando tiene relación con cirugías, suele tener como objetivo conseguir una mayor calidad en la intervención o un menor coste. Este segundo caso supone una serie de riesgos, que se suman a los que ya de por sí conllevan someterse a cualquier tipo de operación: en ocasiones, esta reducción del precio supone una merma de la calidad, unas condiciones higiénicas deficientes o un resultado completamente inesperado para el paciente, pudiendo conllevar problemas de salud o incluso la muerte, como le ha ocurrido recientemente a una joven italiana que viajó a otra ciudad para someterse a una rinoplastia.
El turismo de salud crece cada vez más en Italia, en especial con destino a países en los que están al alza las clínicas especializadas con precios muy competitivos. Estas ofertas atraen cada año a miles de personas, que buscan ahorrarse algo de dinero en sus intervenciones, pero a veces con consecuencias fatales, como le ocurrió a Simone Del Vecchio, un hombre de 37 años de Barletta (Italia), que está hospitalizado desde hace ocho meses por un tratamiento dental que se realizó en Albania.
Simone se sometió a un tratamiento algo complejo y largo: la extracción de sus dientes y la inserción simultánea del implantes, todo ello el mismo día. “En total le extrajeron veinte dientes. Le administraron cuatro anestesias en las encías y una suave sedación general sin realizar pruebas preventivas, además de antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos”, ha explicado su hermano Marco al periódico Corriere del Mezzogiorno. Tras una operación que tuvo una duración de 14 a 18 horas, Simone comenzó a sentirse mal antes de llegar a su habitación y sufrió un paro cardíaco. Tras este, el hombre sufriría otros tres más y una serie de complicaciones de las que no ha conseguido recuperarse aún.
Los problemas de salud de Simone
Simone ha estado hospitalizado desde entonces en la unidad de cuidados intensivos, primero en Tirana (Albania) y después en su país, en Bari (Italia). Su hermano Marco ha relatado la lista de problemas de salud que ha sufrido el paciente desde aquella intervención: “Estuvo en coma farmacológico durante más de un mes hasta el 1 de mayo, cuando empezó a presentar signos de recuperación. Todavía tiene problemas de memoria a corto plazo”. Simone también contrajo una infección por la bacteria Candida auris, que suele darse en hospitales y residencias de ancianos entre personas que ya se encuentran muy enfermas, lo que puede ocasionar la muerte del paciente si la infección pasa al torrente sanguíneo o los órganos. Esto retrasó su recuperación, ya que el italiano no pudo comenzar su rehabilitación.
Los familiares de Simone decidieron trasladarlo a un hospital privado de investigación científica, la Casa Sollievo della Sofferenza, en San Giovanni Rotondo, donde permanece aún en alerta por su salud: “Corre peligro de asfixia debido a una estenosis traqueal que le impide beber, comer y respirar bien. Por este motivo, pronto será sometido a otra operación”, explicó Marco, lo que muestra la realidad en la que se encuentra su hermano y los constantes cuidados que está necesitando desde su operación en Albania.
Este caso pone en evidencia la necesidad de valorar con gran atención la elección de la clínica en la que nos sometemos a cualquier tipo de intervención. Muchas veces, ahorrarnos algo de dinero tiene fatales consecuencias para nuestra salud, por lo que hay que atender siempre a la calidad del tratamiento, evaluando las condiciones higiénico-sanitarias del lugar y la profesionalidad de los médicos y asistentes.