La triste historia de Pancho, en busca de familia tras ser devuelto a la perrera de la que tanto le costó salir: “No merece perder siempre”

El perro, perteneciente a una raza potencialmente peligrosa, ha sido entregado por su antigua familia a la perrera de Jerez

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Perros encerrados en una jaula de una perrera. (Shutterstock)
Perros encerrados en una jaula de una perrera. (Shutterstock)

Los perros que son abandonados por sus familias de forma ilegal o los que son entregados por la familia por no poder hacerse cargo de ellos suelen acabar en una perrera o en una protectora de animales. Aunque puede parecer que ambos lugares ofrecen los mismos servicios y están destinados a una finalidad análoga, lo cierto es que poseen más diferencias que similitudes. Según la Asociación Aman —organización malagueña que se ocupa de la esterilización de animales callejeros para controlar su natalidad—, las perreras, también conocidas como Centros Zoosanitarios, son organismos creados por los ayuntamientos cuyo objetivo principal es recoger a los animales vagabundos y mantenerlos en sus instalaciones durante un plazo mínimo de 10 días, esperando a que aparezca el dueño y reclame a su animal. Si esto último no ocurre y se supera dicho plazo, las perreras están autorizadas a sacrificar al animal.

En cambio, una protectora es una asociación sin ánimo de lucro constituida por personas físicas amantes de los animales. No generan beneficios y el dinero que utilizan proviene de aportaciones económicas de los socios. A diferencia de las perreras, las protectoras tienen como objetivo “proteger” al animal indefinidamente, dándole los cuidados necesarios, vacunándole o esterilizándole para controlar las camadas indeseadas. Durante todo este tiempo, los empleados de la protectora trabajan para encontrar al dueño o, en su defecto, para buscar a personas que estén interesadas en adoptar.

Devuelto a la perrera como si fuese un juguete

Pancho, protagonista del vídeo publicado en la red social X (antes Twitter), es un perro que ha vuelto a la perrera de Jerez, después de que las personas que le sacaron de allí hayan decidido deshacerse —otra vez— de él. Pancho es uno más de los cientos de perros que no consiguen encontrar una familia que los quiera adoptar.

La usuaria que ha publicado el vídeo sobre Pancho ha comentado lo siguiente: “Es muy bueno y noble, no merece perder siempre por ser de una raza que está condenada. Él busca desesperado a los que creía su familia y no encuentra más que la nada, otra vez solo, otra vez con el corazón destrozado”.

La decisión de adoptar a un ser vivo (un perro, en este caso) no es algo que se pueda tomar a la ligera. Es algo que se debe pensar concienzudamente porque se está jugando con su vida y sentimientos. Los perros o gatos no son cuerpos inertes como los juguetes, que pueden ser devueltos a su lugar de origen si a los dueños no les gusta. Si estos animales son devueltos al lugar del que, en numerosas ocasiones, les cuesta tanto salir, esta cruel decisión puede afectarles gravemente durante el resto de sus vidas.

Raza PPP, principal motivo de ‘devolución’ de Pancho

Aunque en la página de Facebook Difusiones Brigada Animalistas se ha difundido que Pancho es un perro que se suele portar bien con la gente, su raza PPP (Perro Potencialmente Peligroso) es la causa que, previsiblemente, ha hecho que su última familia haya procedido a devolverle a la perrera de Jerez.

Además, en la misma publicación se comentan otras características de Pancho, tales como:

  • Macho.
  • Cuatro o cinco años
  • Peso de 30 kilogramos, aproximadamente.
  • Castrado.
  • Se suele comportar bien con otros perros.
  • No es un perro apto para convivir con gatos.
  • Precisa de licencia de perros potencialmente peligrosos.
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