Cristina Fallarás: “El ‘Me Too’ en la política española ya ha empezado. No tengo duda de que habrá más casos”

La escritora y periodista recopila en su nuevo libro ‘No publiques mi nombre’ casi un millar de testimonios anónimos de víctimas de violencia sexual y cuenta a ‘Infobae España’ que, “de alguna u otra manera, todos los hombres participan”

Guardar
(@cfallaras)
(@cfallaras)

Los hay cortos y extensos. Algunos involucran a familiares y amigos, mientras que otros hacen referencia a hombres completamente extraños. Y, sin embargo, todos los testimonios de violencia sexual sufridos por mujeres que ha podido recopilar la periodista Cristina Fallarás en su nuevo libro No publiques mi nombre evidencian una realidad terrible, muy extendida y poco denunciada en España. Lo cierto es que la comunicadora lleva años ofreciendo un espacio seguro virtual para que las mujeres cuenten las agresiones sexuales que han sufrido, primero a través de su iniciativa #Cuéntalo, que surgió en 2018 tras el caso de ‘La Manada’, y después en 2023 con el beso de José Luis Rubiales a Jenni Hermoso y el hashtag ‘#SeAcabó’. Pero ahora, tras recopilar cientos de relatos en su cuenta de Instagram, ha preferido plasmarlos en papel para que las mujeres, “y principalmente los hombres”, pueden acceder a ellos y vean la magnitud del problema.

Fallarás, que cuenta en esta entrevista con Infobae España que el feminismo “le ha salvado la vida”, destaca que este movimiento ha conseguido poner el consentimiento en el centro y que las mujeres construyan un relato común.

Pregunta: Los testimonios de violencia sexual que has recogido en el libro son muy duros. Dices incluso que tras haberlos recopilado ya no puedes ser la misma. ¿Cómo te ha cambiado este libro?

Respuesta: Quiero que queden claras dos cosas. Una, que respondo a todas las mujeres y que ese trabajo lo he hecho sola, no hay un equipo de mujeres. Y es imprescindible hacerlo sola porque las mujeres confían en que soy yo quien recibe el mensaje. Muchas mujeres no lo habrían contado si no saben a quién se lo cuentan. He recibido miles de mensajes de mujeres que hablan de su padre, su abuelo, su tío, su hermano, su primo, el padre de su amiga, el amigo de su padre, el médico, el ginecólogo, el profesor, el cura, el pintor que viene a su casa o un señor por la calle. De ahí sales sabiendo que todos los hombres, de una manera u otra, participan. Porque es imposible que esto nos haya pasado a todas y solo lo sepamos nosotras. En cualquier caso, si no lo supieran, ahora ya lo tienen [en un libro] para verlo y enterarse. De aquí salgo con una sensación muy agridulce. Agria porque veo que los hombres no responden al relato que estamos haciendo y dulce porque veo que este relato es absolutamente transversal. Me escriben mujeres de todas las edades, de toda condición.

P: ¿Qué es lo que más te ha impresionado de todos esos testimonios?

R: Lo primero que más me ha impresionado es ver cómo en cuanto a las mujeres se les ha dado un cauce, una oportunidad para narrar, lo han hecho. Porque estamos hablando de una cosa muy pequeñita, la cuenta de una sola mujer, porque esto no es un gran movimiento, e inmediatamente lo han contado. Es decir, estaba la culpa, por supuesto, estaba el miedo, pero ese silencio era impuesto, no era un silencio elegido. Y lo segundo que más me ha impactado es cómo la violencia se transmite generacionalmente, es decir, como la madre ha sufrido abusos sexuales es muy probable que su hija los sufra, y cuando empiezo a investigar, la abuela también los había sufrido. Veo cómo la violencia sexual se transmite y perdura en el tiempo, y eso es terrible.

P: ¿Faltan, por tanto, cauces institucionales en los que las mujeres puedan confiar para poder denunciar la violencia sexual?

R: Absolutamente. Faltan canales, y los que hay los tenemos que revisar a fondo. Cuando una mujer prefiere contármelo a mí, que soy una desconocida, en lugar de ir a la Policía, a un juzgado, a un bufete de abogados o a un medio de comunicación, si me apuras, es por algo. Hay una falta de confianza de las mujeres en eso. Pero es que sobre todo hay una conciencia de que las órdenes de alejamiento no funcionan. La mayoría de las mujeres que tienen un problema grave de violencia en casa me dicen que cómo van a denunciar a su marido cuando después de tomarle declaración lo máximo que le van a imponer es una orden de alejamiento y puede volver y matarla. Ellas tienen la certeza de que si van a denunciar, van a recibir algo letal, así que tenemos un problema gordísimo como sociedad. El 92% de las mujeres que sufren agresiones sexuales no lo denuncia y el 8% de esas denuncias proceden del Consejo del Poder Judicial y del Ministerio del Interior a través de la Policía. Son esos los datos con los que estamos estudiando la violencia sexual que existe en España. Es un muestreo demasiado pequeño, y no es casual. Si nos basamos en solamente un 8% de la población, no es una muestra suficiente, y lo que me sorprende es que hayamos tenido que salir nosotras a gritarlo porque no se nos estaba atendiendo de otra forma.

La periodista Cristina Fallarás, durante
La periodista Cristina Fallarás, durante la presentación de su libro 'No publiques mi nombre'. (Fernando Villar/EFE)

P: Tu objetivo con el libro era generar “una red de memoria colectiva” sobre la violencia machista. ¿Lo has logrado?

R: He conseguido poner en circulación una muestra: son cerca de 800 mujeres y más de 1.500 testimonios, porque muchas de ellas tienen varios, y creo que es una muestra suficiente. Lo que quería era que saliera a la sociedad, que no se quedara en lo digital, porque hay muchas mujeres que no manejan lo digital, pero sobre todo hay muchos hombres que no van a seguir mi perfil en Instagram. Un libro se compra en todas las librerías. Quería que fuera algo manejable en el formato más popular y universal que existe, que es el libro.

P: Publicaste en tu cuenta de Instagram el primer testimonio anónimo por violencia machista contra un “diputado nacional” y fue el detonante para que después Íñigo Errejón dimitiera como diputado y dejara la política. Hace unos días, en la presentación de tu libro dijiste que no te esperabas esa renuncia.

R: No me lo esperaba porque testimonios como ese ya había publicado varios a lo largo del último año y no había pasado nada. Y sobre todo porque cuando una formación política, después del testimonio que se había dado sobre él, no solo no lo aparta sino que le premia con un cargo de una portavocía en el Congreso de los Diputados, es porque tienen algo muy sólido. Yo no sabía si era Errejón, porque podía haber sido otro. Yo sé que lo que hago sirve, que es eficaz, porque creo que hay que buscar la eficacia en lo que hacemos. Sé que en esa creación de relato colectivo, de memoria colectiva, las mujeres nos identificamos con otras y, de repente, una nombra al Corte Inglés o la Sanidad Pública y entonces nos tenemos que preguntar si tiene protocolos adecuados, pero cuando nombran a un señor que es político madrileño, debe ser muy extendida su manera de actuar como para que tantas personas se den cuenta. Y eso es bueno, es bueno que se generen mecanismos de identificación porque es ahí donde se agarran las víctimas.

P: Errejón, sin embargo, ha acusado este jueves a Elisa Mouliaá de presentar “una denuncia falsa” y retrasar la investigación con mala fe después de que el proceso haya quedado paralizado debido a que la abogada de la actriz está de baja médica por maternidad. ¿Qué opinión te merece?

R: Bueno, eso es un patrón. [Errejón] ahora dice que la denuncia es falsa y será el abanderado de las denuncias falsas. No ha ido al juzgado a decir que la denuncia es falsa y declarar, sino a los medios, que se van a hacer eco de ello. Pero es que, además, da la casualidad de que las mujeres gestamos y parimos, y aunque aún no lo hemos incorporado a la idea de lo laboral, no tenemos por qué renunciar. En este caso la abogada de Elisa Mouliaá, Carla Vall, está a punto de dar a luz y este señor todavía no lo ha entendido y me parece brutal que a estas alturas de 2024 tengamos que discutir esto. Ella ha elegido a Vall porque le ha dado una confianza absoluta para atravesar este proceso tan horroroso.

P: ¿Crees que hay un ‘MeToo’ aún pendiente en la política española? ¿Conoceremos más casos de políticos denunciados por violencia sexual?

R: Sí, conoceremos más casos, porque si pasan por mí, aunque yo no los publique porque son relatos y no denuncias, los derivo a abogadas y alguno de ellos no dudo de que prosperará. Creo que acaba de empezar el MeToo español [en política] tal y como lo concebimos con nombres y apellidos, pero lo tuve muy claro desde que en 2018 lancé mi primera iniciativa, ‘#Cuéntalo’ [que nació después del caso de ‘La Manada’], porque pensé que no teníamos todavía un relato colectivo y que antes de denunciar hay que saber qué denunciar. Es decir, no sabíamos si era una extrañeza el hecho de que un jefe te toque un pecho o de que tu abuelo te acariciara la vulva, teníamos que construir ese relato, y una vez puesto en común ya tenemos las herramientas. Yo de lo que me he encargado es de ver si podíamos crear esas herramientas entre todas.

La periodista Cristina Fallarás interviene
La periodista Cristina Fallarás interviene durante la presentación de su libro 'No publiques mi nombre'. (Fernando Villar/EFE)

P: Ha habido críticas en las redes sociales diciendo que utilizabas el caso de Errejón para promocionar el libro. ¿Qué les dirías?

R: Esas críticas me resbalan absolutamente. No tienen ni puta idea de lo que es el activismo y ni puta idea de lo que es el feminismo. Jamás me lucraría con el dolor de las mujeres. Creo que tengo las herramientas como experta en comunicación para crear ciertos canales que no existen y que han funcionado bien durante este tiempo. Eso es lo que puedo aportar al movimiento [feminista]. Con un libro con cientos de testimonios de mujeres, una no se lucra. De hecho, estuve atinada porque le pedí a la editorial que lo pusiera clarito en la página de créditos, porque pensé que aún habrá quien crea que me voy a lucrar con esto.

P: Tras los avances que se han producido en materia de igualdad y derechos de las mujeres, ha habido una reacción patriarcal y ataques al feminismo por parte de la ultraderecha. ¿Estamos peor que antes?

R: La respuesta de los misóginos, de los ultras, ya sabemos cuál va a ser. El problema de la violencia machista viene por parte de quienes no la condenan abiertamente, de quienes cuando pasa esto con un líder de izquierdas no salen a condenarlo los hombres de izquierdas. Ese silencio es el más preocupante. Creo que erramos el tiro si miramos a la respuesta de la ultraderecha. La ultraderecha y las derechas en general responderán siempre [al avance de los derechos de las mujeres]. Pero el problema son aquellos que no protestan, que mantienen silencio. Me preocupa cuando Pedro Sánchez dice que a sus amigos les incomoda el feminismo, porque justamente el feminismo está consiguiendo que por fin hablemos de la violencia y que pongamos el consentimiento en el centro. Me parece gravísimo porque dentro de las filas progresistas cunde el ejemplo de que si a un socialista le preocupa que avance demasiado el feminismo, es que no son tan fachas por decir eso, cuando sí lo son.

P: ¿El feminismo salva?

R: Sí, a mí me ha salvado la vida. El hecho de que las mujeres nos estemos relatando salva a otras que deciden dar un paso o que deciden, por lo pronto, eliminar la culpa y decir que pueden actuar, que saben que no están solas, que eliminan la vergüenza. Todo esto en la parte que me compete, que es la testimonial. Te salva la vida. La terapia es muy cara y hay pocas mujeres que se lo puedan permitir. Creo que el relato común tiene algo que te ayuda a vivir mejor.

Una de las batallas que la extrema derecha pelea de manera insistente es negar el término “violencia machista” para denominarla “violencia doméstica” o “violencia intrafamiliar”. Son distintas formas de referirse a un mismo hecho, lo importante son los matices
Guardar