La joven italiana Stefania Guadagna enfrenta un doloroso misterio desde el pasado verano de 2023, cuando una de sus perras, Nina, de 11 años y raza Dachshund (también conocido como perro salchicha), murió en circunstancias inexplicables. Ahora, la mujer continua buscando respuestas y justicia: “No pararé hasta obtener respuestas”, afirma tajante al medio italiano Il Gazzettino
Ese verano, Stefania había confiado a sus dos perros a una cuidadora de confianza en Villorba (Italia), una joven de 30 años que siempre había mostrado cariño y atención hacia los animales. Sin embargo, algo cambió. “Noté que la chica parecía distraída, quizás influenciada por malas compañías”, comentó Stefania. A pesar de sus sospechas, decidió confiar en que sus perros estarían seguros. Durante los días siguientes, la cuidadora se volvió evasiva, evitando llamadas y mensajes, y enviando fotos de los perros con reticencia.
El 2 de septiembre, al regresar de sus vacaciones, Stefania se encontró con una tragedia de la que aún no se ha recuperado y que todavía no ha podido resolver. Plutón -el otro perro, de la misma raza- se encontraba en condiciones dramáticas, desnutrido, sucio y aterrorizado: “Estaba llorando desesperadamente y tratando de subir la puerta. Estaba irreconocible”, explica. Pero de Nina no había rastro. La cuidadora del perro estaba ausente y, tras horas de espera y mensajes ignorados, Stefania la acorraló con un ultimátum: “O me respondes o voy a la policía”.
En ese momento, la cuidadora le revela que Nina falleció a causa de un supuesto shock anafiláctico y que el cuerpo ya fue incinerado. La noticia resulta un golpe devastador para la dueña, que insiste en que su mascota estaba completamente sana, ya que recientemente había pasado por revisiones veterinarias que no mostraron problemas de salud.
El sistema burocrático de la justicia no le ayudó
Con el paso de las semanas, el dolor de Stefania por la pérdida de Nina se mezcló con una creciente frustración. No había ningún certificado veterinario que respaldara la causa de la muerte, y la perra fue incinerada en un horno colectivo, tratada como un simple residuo, lo que le imposibilitó verificar qué había ocurrido realmente.
Con el apoyo de la abogada Ilaria Pempinella, Stefania presentó una denuncia contra la cuidadora de perros, acusándola de maltrato animal y negligencia. Sin embargo, su queja se encontró con los obstáculos de un sistema burocrático ineficiente. A pesar de las irregularidades en el comportamiento de la cuidadora, la investigación penal no avanzó. El juez concluyó que, al no contar con el cuerpo de Nina para un examen forense, no era posible determinar la causa de su muerte, dando por cerrado el caso en la justicia penal.
Lejos de rendirse, Stefania decidió continuar su lucha en los tribunales civiles. Además, exige con firmeza una regulación más estricta en el sector del cuidado de mascotas: “Necesitamos un registro profesional, un sistema de seguimiento que nos garantice confiar nuestros animales a personas competentes y fiables. Mi historia no debe repetirse.”