La prestación por incapacidad permanente en España está destinada a apoyar a los trabajadores que, tras completar un tratamiento médico y recibir el alta, enfrentan limitaciones anatómicas o funcionales significativas que les dificultan desempeñar su labor habitual. Su objetivo principal es compensar la pérdida de ingresos derivada de estas limitaciones para ejercer determinadas actividades profesionales.
Durante el pasado mes de octubre, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) registró un total de 983.310 pensiones de incapacidad permanente, con un importe medio de 1.164,78 euros. Esta ayuda no está condicionada a una edad específica, pero sí exige haber cotizado a la Seguridad Social durante un tiempo mínimo. No obstante, en situaciones relacionadas con enfermedades profesionales o accidentes laborales, no se requiere este requisito de cotización, según la normativa actual.
Existen cuatro tipos de incapacidad permanente: parcial, total, absoluta y gran invalidez. La valoración y posible revisión de estas situaciones es responsabilidad del Tribunal Médico del INSS, que emite informes detallados. Con base en estos documentos, la Seguridad Social decide si procede conceder, mantener o extinguir la prestación.
En este sentido, hay una enfermedad con la que es bastante común obtener la incapacidad permanente. Como explica la Sociedad Española de Reumatología, la artrosis es la tercera causa de incapacidad laboral en España y ocasiona un gasto de 12.000 euros por cada paciente al año.
La ubicación de la artrosis es un factor determinante en la evaluación de la incapacidad
La artrosis es una de las enfermedades reumáticas más comunes. Se calcula que afecta a unos 7 millones de personas en España y a más de 500 millones en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este organismo indica que aproximadamente el 73% de quienes padecen artrosis tienen más de 55 años y que el 60% de los casos corresponden a mujeres.
La articulación de la rodilla es la más frecuentemente afectada, con una prevalencia estimada en 365 millones de personas, seguida por las articulaciones de las manos y las caderas. Además, debido al envejecimiento global de la población, junto con el incremento de la obesidad y los traumas físicos, se espera que el número de casos de artrosis continúe creciendo en todo el mundo.
Esta condición puede impactar diversas partes del cuerpo, como las manos, muñecas, codos, caderas, rodillas, pies, tobillos, hombros y la columna vertebral. La posibilidad de obtener una pensión de invalidez por artrosis depende de la evaluación de la movilidad actual del paciente y la demostración de que los tratamientos y medicamentos administrados no han mejorado la situación.
Como explican desde el bufete Campmany Abogados para acceder a una pensión de invalidez, es crucial demostrar que la artrosis ha causado una pérdida significativa de movilidad. Por ejemplo, si un trabajador ha perdido un dedo o la movilidad en las manos o pies por la enfermedad, podría ser elegible para una incapacidad permanente parcial, siempre que pueda seguir trabajando, aunque con dificultades.
Sin embargo, cuando la artrosis afecta otras partes del cuerpo, como la columna vertebral, la incapacidad permanente parcial no suele ser una opción viable. En estos casos, si la enfermedad impide realizar actividades laborales que requieren esfuerzo físico, se puede conceder una incapacidad permanente total. Por ello que la ubicación de la artrosis sea un factor determinante en la evaluación de la incapacidad.
En conclusión, la artrosis puede ser una causa significativa de incapacidad permanente, y su impacto varía según la articulación afectada y las exigencias del trabajo del individuo. La evaluación cuidadosa de cada caso es esencial para determinar el grado de incapacidad y la posibilidad de acceder a una pensión de invalidez.