En los años 90, las películas de desastres mostraban que muchos de los miedos apocalípticos de ese entonces se enfocaban en desastres como terremotos, volcanes y tornados. Y hoy —cuando parece que vivimos esos desastres naturales más a menudo que nunca—, a esos temores se une otro nuevo: un posible apagón digital.
Las consecuencias de esto se vieron ya en julio de este año, cuando un fallo informático de Microsoft causó incidencias a escala global en aerolíneas, bancos y otros sistemas, como infraestructuras ferroviarias, bancos, medios de pago, servicios de emergencia e incluso a administraciones públicas. Se cancelaron miles de vuelos, fallaron los sistemas en los hospitales y se paralizó el trabajo en muchas oficinas. Tarde o temprano, volverá a ocurrir: “Cuanto más interconectados estamos, más vulnerables somos”, dijo entonces un especialista en informática a Euronews.
Pero este no fue el primer caso de este tipo, y en algunos de ellos el error empeora por razones completamente banales. Así, en agosto de 2023, más de 2,000 vuelos se quedaron en tierra, con cerca de 700.000 pasajeros afectados, por un problema informático en el servicio de control de tráfico aéreo del Reino Unido. Según un informe de la Autoridad de Aviación Civil (CAA), los esfuerzos por resolver el caos se vieron obstaculizados por un problema de un ingeniero con una contraseña.
Como recuerda un reportaje de la BBC, un único vuelo entre Los Ángeles y París desencadenó la falla el lunes 28 de agosto. Los sistemas de control aéreo no lograron procesar correctamente un código duplicado, DVL, que representaba tanto a Deauville en Francia como a Devil’s Lake en Dakota del Norte, Estados Unidos. Para reiniciar la sesión, se necesitaba una contraseña que estaba en poder de un ingeniero. Pero este no fue capaz de resetear el sistema desde su casa y tardó más de tres horas en conseguir llegar a la oficina. En total, desde que se detectó la falla hasta que se pudo resolver la situación pasaron seis horas. El coste total del incidente para los pasajeros y operadores aéreos se estima entre 80 y 120 millones de euros.
“No puede volver a ocurrir”
Según un portavoz del sistema de control aéreo, ya se implementaron 48 recomendaciones tras una investigación interna, incluyendo mejoras en la respuesta a las crisis, soporte técnico y comunicación con clientes. “El problema específico que causó el incidente fue solucionado el año pasado como prioridad, y no puede volver a ocurrir”, aseguró. La secretaria de Transporte de Reino Unido, Louise Haigh, calificó el fallo como “un evento sin precedentes” y añadió que su departamento buscará introducir reformas para proteger a los viajeros aéreos.
El informe también incluyó recomendaciones para revisar los protocolos de gestión de interrupciones, la comunicación con las aerolíneas, las políticas de trabajo remoto y el software. El sistema de control aéreo había procesado previamente más de 15 millones de planes de vuelo sin que se hubiera presentado un escenario similar. Pero, como prueban estos casos, los fallos digitales suelen llegar cuando menos se los espera, y por razones ordinarias.